HABLANDO DE LA SABIDURIA DE DIOS

HABLANDO DE LA SABIDURIA DE DIOS

San Pablo insiste en que Cristo le escogió para “anunciar el evangelio”, que él resume en el mensaje de la cruz, que para algunos es necedad, una locura, pero para nosotros es “fuerza de Dios”.

Muchos hombres se glorían en la sabiduría humana, en los conocimientos a los que llegan los sabios, pero que ignoran la sabiduría de Dios.

Esa sabiduría de Dios que nos ha regalado principalmente a través de su Hijo Jesús y que nos habla no de física, de química, de filosofía… sino de cómo hemos de vivir la vida humana y aprobar con buena nota antes las distintas circunstancias de la vida.

Los hombres de manera espontánea esperamos y deseamos siempre aquello que sea una buena noticia para nosotros, aquello que alegre nuestro corazón. El labrador anhela la lluvia necesaria para que sus campos den frutos, el estudiante desea ardiente la buena nota, el enamorado ansía con todas sus fuerzas que la persona de la que está enamorado corresponda a su amor…

No hace falta recibir instrucciones de nadie para vivir estos deseos. Les brota de lo profundo de su corazón.

Jesús en su sabiduría, en su mensaje, nos muestra el camino a seguir, enseñándonos a dar a cada cosa su valor…qué valor debemos dar a las relaciones con los demás, a las relaciones con Dios, a la fidelidad, al dolor, a la honradez, a la amistad, al soborno, a la mentira, a la verdad, a la muerte, al dinero…y nos hablará del amor, el perdón, la sencillez, la limpieza de corazón, la justicia, la bondad, la ternura…

Nos enseña a vivir la misma vida que él vivió, que lleva consigo la cruz, es decir el renunciar a todo lo que sea alejarnos de Jesús, pero que concluye no en la cruz sino en la resurrección a una vida de total felicidad.

Si hemos vivido la alegría de que Jesús haya salido a nuestro encuentro y nos haya convencido que nos ama intensamente, que con su luz puede iluminar nuestras tinieblas, que quiere caminar con nosotros si le dejamos…

¿cómo no vamos a desear que venga a nosotros con más intensidad?

¿cómo no vamos a madrugar cada día ansiando su presencia?

¿cómo no vamos a estar al pie de la puerta para que cuando llegueJesús le abramos y pueda cenar con nosotros?

Autor: Fray Manuel Santos Sánchez O.P. dominicos.org

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