MARIA LA MADRE DE JESUS LA MUJER DEL GENESIS

MARIA LA MADRE DE JESUS LA MUJER DEL GENESIS

La Iglesia siempre se ha apoyado en la Sagrada Escritura para formular su doctrina mariana y los dogmas mariológicos. Incluso, cuando se invoca a la Tradición, por mayor prudencia y certeza, se apela más a la interpretación tradicional pero escrita de los textos escriturísticos, que a las tradiciones más modernas y no escritas. A este respecto hace referencia explícita la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus en donde se define la Asunción de María. Los textos propiamente mariológicos de la Escritura son pocos, pero alcanzan para dar un fondo teológico a los dogmas y todo aquello referente a la Madre de Dios y que la Iglesia profesa y sostiene.

Respecto al Antiguo Testamento, establecer la doctrina mariana tiene cierta complejidad, dado que no existe unanimidad de opiniones entre los exegetas sino más bien los criterios son muy variados. De este modo unos sostienen que las menciones de María son tan vagas que es difícil seguirlas y otros, por el contrario, que se la puede ver a cada paso de la Biblia. No obstante, el Concilio Vaticano II, con el Capítulo VIII de la Constitución Dogmática Lumen Gentium, ha servido para orientar el estudio dando las bases para encararlo.

En el Antiguo Testamento, todos los pasajes mariológicos pertenecen a la categoría de profecías y por sus características y contenido los exegetas las dividen en “profecías directas”, que incluyen los textos considerados como ciertos, a saber: Génesis 3,15, Isaías 7,14 y Miqueas 5,2, que propiamente cita a Isaías 7,14; y “profecías indirectas” en las que distinguen entre los “textos acomodados”, como Judith 15,9, Proverbios 8 y Eclesiástico 28; y los “textos de sentido discutidos”: Jeremías 13,22, Salmo 44 y el Cantar de los Cantares.

Los tres textos de las “profecías directas” pueden y deben afirmarse con certeza como textos mariológicos ciertos, pues además de contar con el respaldo del Magisterio y la Tradición más antigua de la Iglesia son enumerados también por el Concilio Vaticano II (LG, n. 55). El pasaje de Génesis 3,15 constituye el portal mariológico de la Sagrada Escritura en el cual leemos: “Establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje, él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el calcañar”.

Este versículo se lo conoce con el nombre de Proto evangelio. El primero que lo llamó así fue el teólogo protestante Lorenzo Rhetius hacia 1638, quien escribe el porqué de esa denominación: “Merece el nombre de Proto evangelio, porque es el primer Evangelio, esta ‘buena noticia’, que alentó al género humano privado de la gracia de Dios”. En el ámbito católico el nombre de Proto evangelio es utilizado recién en 1753 por el teólogo Smiths en una publicación crítica del Génesis basada en la Vulgata y editada en Bélgica.

Puede calificarse también como un “oráculo de Yahvé”, pues las palabras se colocan directamente en boca de Dios y tienen un contenido profético, sentencioso y está expresado con solemnidad. Es un texto que de por sí contiene toda la fuerza y vigor de la acción salvífica de Dios en la cual proféticamente están presentes los dos personajes inseparables: Jesucristo y María.

El vers. 15, es continuación del vers. 14 y con él concluye el castigo de la serpiente. El vers. 16 está reservado al castigo de Eva y los vers. 17 a 19 al castigo de Adán. Estas tres sentencias tienen en común que los culpables no reciben solamente el castigo de Dios sino también de sus víctimas, consecuencia de subvertir el orden divino.

Existe un escollo proveniente de una tradición anterior a San Ireneo e Hipólito que considera una herida del linaje de la mujer cuyo cumplimiento tuvo lugar cuando Cristo muere en la cruz y, por lo cual, caería la interpretación de Gn 3,15c, en el sentido de que el acechar de la serpiente, entonces habría tenido éxito alcanzando a su víctima. Pero se ha comprobado que tal tradición, alegórica y acomodada, no parte de Gn 3,15c, sino de Gn 49,17 que dice: “Sea Dan una culebra junto al camino, una víbora junto al sendero. Que pica al caballo en sus jarretes y cae su jinete de espaldas”.

La realidad es que Gn 3,15 profetiza que un descendiente futuro y singular de Eva, seducida por la serpiente, castigará al tentador. Este pasaje es absolutamente mesiánico y no debe ser separado de otros textos que ayudan a dar una mayor luz interpretativa como el Oráculo de Balaam (Num 24), en donde leemos pasajes tales como: “Sale un héroe de su descendencia, domina sobre pueblos numerosos” (Num 24,7) o “Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel” (Num 24,17). De este modo la descendencia o linaje de la mujer no es otro que Cristo.

Aspecto mariológico

Se ha visto que el linaje de la mujer es el Mesías, alguien concreto, singular y no colectivo, debemos dilucidar, entonces, cuál es la mujer que menciona Gn 3,15c, de quien vendrá aquel que derrotará a la serpiente. Es evidente que existe un sentido inmediato que tiene su referencia directamente a Eva, más aún considerando que el vers. 16 contiene el castigo divino a la mujer que cayó frente a la tentación del demonio. Pero ello no quita, incluso por determinadas apreciaciones del mismo texto, que se haga referencia a otra persona, más aún, si atendemos de que se trata también de un pasaje con contenido profético.

En contraposición con el vers. 16, en donde la desolación impera por la pena impuesta dada la falta cometida, en el vers. 15a, la imagen de la mujer es triunfalista y, evidentemente, Eva no se puede considerar como triunfadora sino todo lo opuesto.

Si recorremos la Sagrada Escritura, jamás vamos a encontrar una imagen victoriosa de Eva, sino, todo lo contrario, aparece como la mujer seducida, vencida, sumida en la tristeza y con la terrible carga de haber sido la primera responsable de introducir el pecado y la muerte en el mundo. Basta observar algunos pasajes: “Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos” (Eclo 25,24); “Temo que, al igual que la serpiente engañó a Eva con su astucia, se perviertan vuestras mentes apartándose de la sinceridad con Cristo” (II Cor 11,3); “El engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la trasgresión” (I Tim 2,14); etc.

De aquí que en Gn 3,15a, haya que afirmar con certeza que detrás de Eva hay otra mujer, la Nueva Eva, y por lo cual tendríamos que la palabra mujer está designando en sentido literal inmediato a Eva y en sentido plenior a María.

Volviendo sobre la triple oposición contenida en Gn 3,15, sin dejar de lado que la palabra principal es “establezco”, pues es la que manifiesta la voluntad divina en una acción concreta, es clave detenerse en el término “enemistad”, constituyendo el gozne sobre el cual gira todo el argumento del texto.

La enemistad puede darse en lo que podríamos llamar dos planos: uno superficial e imperfecto, y otro pleno o perfecto. La enemistad entre el linaje de la mujer y el linaje de la serpiente de Gn 3,15b, como se vio con anterioridad, es colectiva, sea física o moral, y por lo tanto superficial e imperfecta.

Pero en Gn 3,15c, hemos visto que esa enemistad, con Cristo, se transforma en singular y personal, distinta al resto del linaje de la mujer de Gn 3,15b, y además es plena y perfecta. Lo mismo es aplicable a Eva respecto a María. Estos paralelismos nos remiten a considerar que Cristo y María tienen “las mismas enemistades”, que son plenas y totales respecto al demonio, tal cual lo sostenido por Pío IX en la bula Ineffabilis Deus. Con ello se confirma que Gn 3,15 habla en sentido plenior de María.

La tradición exegética

La particular traducción de la Vulgata de Gn 3,15c de ella (ipsa) en vez de él, fue una de las causas que llevaron a que no hubiese una interpretación mariológica unánime del Protoevangelio entre los Padre de la Iglesia. Algunos de ellos lo hicieron, pero para evitar este escollo y no poner en tela de juicio a la Vulgata (que gozaba de una autoridad indiscutible y, por otro lado, no había aún un desarrollo de la ciencia exegética dedicada a un análisis filológico y crítico hasta el siglo XI) el sentido mariológico del Protoevangelio lo basaron sobre todo en Gn 3,15a y no en 15c.

A pesar de que el primero en ver la figura de María en Gn 3,15c fue el obispo Fulberto de Chartres (+ 1028), considerado el primer teólogo y humanista del siglo XI y fundador de la célebre escuela catedralicia, no se cambiará el enfoque exegético mariológico concentrado sólo en Gn 3,15a, hasta bien entrado el siglo XIII.

Por ello no se puede decir que el período patrístico ofrezca una fundamentación de peso en el tema, situación que se revertirá con la tradición post-patrística y que adquirió con el tiempo una presencia importante en la Iglesia en lo que respecta a la interpretación mariológica del texto genesiaco.

 El magisterio eclesiástico

Anterior al Concilio Vaticano II

Anteriormente al Concilio Vaticano II, el magisterio de la Iglesia no ha hablado del sentido mariológico de Gn 3,15 de modo estricto, pero existen tres documentos importantes que se acostumbraban citar como argumento de autoridad con un trasfondo exegético proveniente de la tradición patrística y post-patrística. Las citas de Gn 3,15 o sus alusiones se reducen a breves fragmentos, pero tienen en común tres cosas:

– Considerar a Eva como figura de María, unida a Cristo en la lucha contra el pecado y victoriosa junto con él.

– Si bien menciona un origen patrístico y de la tradición sobre la interpretación exegética, no hay citas de nombres dentro del texto ni se transcriben párrafos de sus obras, como se puede apreciar que ocurre en otros documentos pontificios.

– En ningún momento se intenta hacer una nueva exégesis sino simplemente se hace referencia a la ya existente.

 

Pues debe sobre todo recordarse que, ya desde el siglo II, la Virgen María es presentada por los Santos Padres como la nueva Eva, aunque sujeta, estrechísimamente unida al nuevo Adán en la lucha contra el enemigo infernal; lucha que, como de antemano se significa en el Protoevangelio (Gn 3,15), había de terminar en la más absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, que van siempre asociados entre sí en los escritos del Apóstol de las gentes (Rom 5 y 6; I Cor 15,21-26.54.57)”.

Pío XII no hace referencia directa a Gn 3,15, sino a la interpretación de la tradición que asocia a María, nueva Eva, con la lucha contra el demonio. A San Justino (+ 165) se le atribuye haber explicitado por primera vez el paralelismo Eva-María en el Diálogo con Trifón, y posteriormente retoma el tema San Ireneo (+ 202) en Contra los herejes. Considerando estrictamente el documento pontificio en su conjunto, basándose en la Escritura y en relación al triunfo sobre el enemigo, la enseñanza emergente es plenamente cristológica quedando casi totalmente diluido cualquier sentido mariológico.

“…,ya en las Sagradas Escrituras aparece el fundamento de esta doctrina, cuando Dios, creador de todas las cosas, después de la lamentable caída de Adán, habla a la tentadora y seductora serpiente con estas palabras, que no pocos Santos Padres y Doctores de la Iglesia y muchísimos autorizados intérpretes refieren a la Virgen, Madre de Dios: ‘Pondré enemistades entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya…’(Gn 3,15)”.
Nuevamente aquí, al decir “no pocos Santos Padres…”, deja en claro que no existe un consentimiento unánime en lo que a interpretación exegética respecta.

El Concilio Vaticano II: Constitución Dogmática Lumen Gentium (21/XI/1964)

Recién con el Concilio Vaticano II, se puede hablar de un progreso sobre el magisterio eclesiástico anterior, pues por la fuerza del lenguaje, las expresiones utilizadas y los fundamentos esgrimidos, estaría enseñando el sentido mariológico de Gn 3,15, sin márgenes de duda: “Los libros del Antiguo Testamento describen la historia de la salvación, en la cual se prepara, paso a paso, el advenimiento de Cristo al mundo. Estos primeros documentos, tal como son leídos en la Iglesia y son entendidos bajo la luz de una ulterior y más plena revelación, cada vez con mayor claridad iluminan la figura de la mujer Madre del Redentor; ella misma, bajo esta luz es insinuada proféticamente en la promesa de victoria sobre la serpiente, dada a nuestros primeros padres caídos en pecado (Gn 3,15)” (Concilio Vaticano II, LG VIII, 55).

En el designio salvífico de la Santísima Trinidad el misterio de la Encarnación constituye el cumplimiento sobreabundante de la promesa hecha por Dios a los hombres, después del pecado original, después de aquel primer pecado cuyos efectos pesan sobre toda la historia del hombre en la tierra (cf. Gn 3, 15). Viene al mundo un Hijo, el ‘linaje de la mujer’ que derrotará el mal del pecado en su misma raíz: ‘aplastará la cabeza de la serpiente’. Como resulta de las palabras del proto evangelio, la victoria del Hijo de la mujer no sucederá sin una dura lucha, que penetrará toda la historia humana. ‘La enemistad’, anunciada al comienzo, es confirmada en el Apocalipsis, libro de las realidades últimas de la Iglesia y del mundo, donde vuelve de nuevo la señal de la ‘mujer’, esta vez ‘vestida del sol’ (Ap 12, 1)” (N° 11).

 

La presentación del texto de Gn 3,15 parte del plan de la salvación como acto trascendental de la Santísima Trinidad cuya concreción se da en la Encarnación del Verbo. En ese designio divino está incorporada la “mujer” profetizada en el Génesis y hecha realidad en María, cuyo Hijo es el “linaje de la mujer” que derrotará al pecado. Hace finalmente un paralelismo entre la “mujer” del Génesis y la “mujer” del Apocalipsis, a la que vincula por medio de la “enemistad” con la serpiente, que tuvo sus comienzos en los albores de la humanidad y tendrá su culmine en la consumación de los tiempos concluyendo con el triunfo sobre el enemigo. Al unir ambos textos que constituyen los extremos de la Revelación, esa “mujer” que no es otra que María, asociada a la economía salvífica, es para toda la humanidad signo de la intervención divina, de la lucha contra el mal y también de la victoria final.

 

 

Extracto del Editor

Colaboración del Pbro. Lic. Rolando Santoianni, VE

http://apologetica.org

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario