Hoy todavía, como en el tiempo de los profetas, Dios te repite: “Estoy contigo”.
La vocación de Jeremías responde bien al paradigma de vocaciones proféticas. La palabra que en hebreo designa ordinariamente el profeta es nabî, es decir “llamado”, de aquí se entiende la importancia que tiene la vocación de los profetas. Aquí encontramos los elementos de la manifestación divina – las fórmulas de misión – la objeción por parte de la persona – la confirmación con la fórmula “yo estoy contigo” – lo cual es un signo de la intervención divina.
La narración de la vocación de Jeremías comprende la llamada (Jr 1,4-10), dos visiones (1,11-13 i 13-16), y una exhortación complementaria para llevar a cabo la misión (1,17-19). Nosotros nos centramos en la primera parte y en la última. La vocación de Jeremías se caracteriza por el protagonismo de la palabra. La palabra lo elije, lo consagra y lo envía. La objeción que pone el profeta es su dificultad con la palabra.
Jeremías será, además, uno de los grandes profetas perseguidos por su propio pueblo. Por eso en los versos finales, Dios exhorta al profeta a la perseverancia y a la firmeza frente a la dificultad y la contestación. Su fortaleza queda garantizada por Dios, pero de aquí surge la dificultad, ya que la presencia de Dios no siempre es percibida por el creyente como próxima y manifiesta.
Dios se hace presente en la vida de Jeremías y, desde el principio, establece una relación de amor de Padre con él, lo conoce y le habla al oído. Le expresa su amor, le propone una misión, le garantiza su acompañamiento y su ayuda en el cumplimiento de la misión. Jeremías llega a ser Palabra del Dios que está siempre con él, y le da la fuerza y la confianza para llevar a cabo su misión. Jeremías tendrá sus dudas, será incomprendido, perseguido, acusado, reprimido, ignorado… pero Dios es quien guía su vida.
La llamada de Dios es exigente. Pide lo mejor de Jeremías. Se lo pide todo. Una confianza sin límites. Adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo. Dios lo llena de sus dones. Jeremías es tocado por la mano de Dios, es consagrado por Dios y recibe de Él su Palabra. Le comunica su fuerza ante las dificultades y le promete su asistencia. Oráculo del Señor. Nosotros somos llamados ser profetas. ¿Cómo respondemos a ese llamado?
Anexo: Texto biblico del llamado de Dios a Jeremías Jr 1,4-10.17-19
4Recibí esta palabra del Señor: 5«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.» 6Yo repuse: «¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho.» 7El Señor me contestó: «No digas: “Soy un muchacho”, que adonde yo te envíe, irás, y lo que yo te mande, lo dirás. 8No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.
9El Señor extendió la mano y me tocó la boca; y me dijo: «Mira: yo pongo mis palabras en tu boca, 10hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para edificar y plantar. (…) 17Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. 18Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país; frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. 19Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.
Autor: Pastoral salesianos
Editor: Extracto