Al leer el vasto documento de Aparecida, uno se pregunta: “¿hay algún punto clave fundamental para poner en práctica todo el documento? Sobre esta pregunta el mismo documento nos ofrece la siguiente respuesta en el número 278: “En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí:
El encuentro con Jesucristo
El encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones. Para poder apreciar mejor el rico y condensado contenido del párrafo citado, vamos a desmenuzarlo frase por frase:
El encuentro con Cristo que da origen a la iniciación cristiana
El mismo documento en 6.1.1 número 243 habla sobre este “encuentro con Jesucristo”: “…al que llamamos discípulo: ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. Esto es justamente lo que, con presentaciones diferentes, nos han conservado todos los evangelios como el inicio del cristianismo: un encuentro de fe con la persona de Jesús (cf Jn. 1,35-39)’
Es decir, este encuentro con Cristo no es conocer quién fue, ni sus doctrinas sino un encuentro personal con la Persona de Jesús. En el primer encuentro de los discípulos de Juan Bautista con Jesús, ellos recibieron su invitación personal “vengan y verán” (Jn 1, 39) y después de haber estado con Él casi todo el día, pudieron atestiguar diciendo: “hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41). Podemos observar este encuentro personal en el mismo Evangelio de Juan en el caso de la Samaritana (cap. 4), del ciego de nacimiento (cap. 9).
En realidad, los cuatro evangelios se refieren al encuentro con el Evangelio vivo, Jesús. Según expresión del Papa Juan Pablo II, se trata de un encuentro personal, vivo con ojos abiertos y corazón palpitante. Y después de este feliz encuentro con Jesucristo, el dichoso transmite necesariamente a otros el Evangelio vivo. Por eso, San Pablo dice: si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio! (1 Cor 9,16).
La Iglesia conoce desde siempre la importancia de este encuentro personal con Jesucristo vivo. Sin embargo, a la hora de la “nueva evangelización” que intentamos hacer, es fundamental asegurar este encuentro para la iniciación de la vida de un cristiano verdadero.
Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad.
Ahora bien, para poder renovar el encuentro personal con Jesucristo, se necesita el constante testimonio personal del discípulo misionero, la acción misionera de la comunidad unida como signo de credibilidad y un anuncio de la comunidad de fe. En el centro de estos dos elementos, como núcleo, se ubica el anuncio del kerygma.
Este esquema de las obras que dan testimonio de lo que se anuncia refleja el mismo procedimiento de Jesús. Los dos elementos se complementan para el anuncio eficaz. Las obras testimoniales preparan y disponen los corazones para recibir el anuncio en terreno fértil y a su vez, confirman el contenido de la Buena Noticia. Es decir, ven para escuchar mejor el anuncio del Evangelio y verifican, confirman con sus ojos lo que escuchan. El núcleo está en el anuncio de la Buena Nueva para su buena recepción.
El kerygma no sólo es una etapa, sino que es el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo… la Iglesia ha de tenerlo presente en todas sus acciones. El mismo documento explica suficientemente este punto, en el número 279:
La misión principal de la formación es ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo y así reconocer, acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia de los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo. Por eso, la formación obedece a un proceso integral, es decir, que comprende variadas dimensiones, todas armonizadas entre sí en unidad vital. En la base de estas dimensiones, está la fuerza del anuncio kerygmático.
El poder del Espíritu y de la Palabra contagia a las personas y las lleva a escuchar a Jesucristo, a creer en Él como su Salvador, a reconocerlo como quien da pleno significado a su vida y seguir sus pasos. El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del proceso de formación de discípulos y misioneros….De todo esto, podemos concluir que el anuncio del kerygma es un elemento indispensable para el encuentro con Cristo como iniciación de la verdadera vida cristiana y también para su proceso de madurez a lo largo de toda la vida.
El documento explica detalladamente los lugares del encuentro con Jesucristo en 6.1.
Lo más importante es prestar siempre atención para no distraerse por las preocupaciones de este mundo en los momentos y en los lugares del encuentro amoroso con Él aprovechandolo al máximo. Si uno tiene este encuentro fecundo a diario, necesariamente le llega la paz, el gozo y un gran cambio favorable. Dicho al revés, sería: si no se dan estos frutos en nuestras vidas, cabe preguntarse si, de verdad, tiene lugar este encuentro personal con el Señor. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera.
¿Por qué tiene, entonces, una importancia tan medular este anuncio kerygmático en el encuentro con Jesucristo? Porque un encuentro entre Jesucristo y el hombre supone un acercamiento de ambas partes. De parte de Dios, en primer lugar, porque la iniciativa surge de Él y también por la imposibilidad de parte del hombre de llegar a la intimidad con Dios. Dios se acerca al hombre declarándole su Amor con obras y Palabras, especialmente mediante la encarnación de su Hijo Jesús. Esto es, en resumen, el anuncio del Kerygma. Y este Amor de Dios es lo que da fecundidad a todas las áreas del hombre a lo largo de todo su proceso de madurez y convierte de verdad el corazón y la mente del hombre. Ahora bien, debe haber una respuesta positiva de parte del hombre para que se dé este encuentro: la fe, la adhesión a la Persona de Jesucristo, el Salvador del hombre. Justamente esta fe es suscitada por el anuncio kerygmático, la declaración del Amor de Dios al hombre.
Esta fe es anterior a la buena conducta del hombre que es consecuencia de su conversión. Sostenemos que la salvación es la gracia concedida por haber creído en el Salvador y no por haber merecido por nuestras buenas acciones, aunque estas son requeridas para confirmar la coherencia de nuestra fe y plenificarla. Jesús mismo fue el anunciador de este kerygma y de su contenido. Luego de su ascensión, la Iglesia lo proclama con la fuerza del Espíritu Santo como miembro suyo.
En la actualidad, el anuncio kerygmático de parte de la Iglesia, acompañado de obras de credi-bilidad en la medida de lo posible, y la fe del hombre como adhesión a Jesucristo, son los dos elementos esenciales para el encuentro personal con Jesucristo que renueva siempre a todo hombre. Dice San Pablo en Rom 10,14-15. 17:
Pero, ¿cómo invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo hablar de él, si nadie lo predica? ¿Y quienes predicarán, si no se los envía?… La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.
Concluimos que entre los tres elementos: el anuncio kerygmático, la fe y las obras, la prioridad absoluta la tiene el anuncio kerygmático por ser la declaración de Amor de Dios, y también tiene como consecuencia, el encuentro personal con Jesucristo.
Entonces, ¿Qué es el kerygma? y ¿cuál es su contenido, sus características? ¿cómo hay que transmitirlo?
Kerygma es proviene del verbo griego kerysso (proclamar) y que significa el contenido de la proclamación. En los evangelios se refiere a la Buena Noticia de nuestra salvación. Sobre este kerygma San Pablo transmite en 1 Cor 15,1-5 su núcleo: “Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié, de lo contrario, habrán creído en vano. Les he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce.”
Desarrollando un poco más, el contenido de esta Buena Noticia se refiere a la Persona viva de Jesús, como la expresión del amor de Dios Padre para con nosotros y sus obras para nuestra salvación. Es decir, Dios amó tanto a los hombres que envió a su único Hijo al mundo, quien también amó a los hombres hasta el extremo, y murió en nuestro lugar como precio de nuestra redención expiando nuestros pecados. Sin embargo, Dios Padre lo resucitó, el resucitado se apareció a los suyos, y después de la ascensión Dios Padre lo hizo sentar a su derecha. Desde entonces, nos hizo también participar en la resurrección de su Hijo derramando su Espíritu Santo.
Ahora, si nosotros creemos en su Amor, y lo confesamos con nuestra boca, seremos salvados (Rom 10,9-10). También, por la fuerza del Espíritu Santo podemos confesar a Jesucristo como “Señor” y a Dios “Abba”, Padre (Rom 8,15-16). Y comienza una nueva vida de hijos de Dios en nosotros aprendiendo de Cristo, nuestro Señor, Maestro, Hermano mayor, y así, proclamando el Evangelio, dando testimonio de Él con nuestras obras. Esta es nuestra conversión.
Características de la proclamación del Kerygma
La proclamación es el anuncio de la Buena y alegre Noticia “desde la azotea” (Lc 12,3) como lo hizo Jesús: “El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó:…” (Jn 7,37). Así, también comienza el Evangelio de Marcos con la proclamación de Jesús. Por lo tanto, su modo de comunicación es muy diferente de un simple diálogo, debate, catequesis, conferencia de la Biblia o de teología. Por eso en cuanto se refiere al modo es la proclamación en forma personal a cada oyente, y al contenido es el Amor de Dios y de Jesucristo. Expresado de parte de Jesús de manera casera sería: “entregué mi vida por amor a ti, después del triunfo sobre la muerte, sigo amándote por siempre jamás”. Es la declaración de un amor incondicional hacia cada uno, de esta manera para todos. Esta experiencia es accesible por todos por ser algo fundamental y muy simple en nuestra vida cotidiana, tanto para recibirla como para transmitirla.
Ahora, para el oyente de la proclamación del Evangelio puede haber dos posibilidades de reacción. La primera es aceptar este amor incondicional, que es Jesucristo. La segunda es rechazarlo de modo directo o indirecto. Como mencionamos recién, aquí no se trata de un contenido intelectual difícil, sin embargo, no siempre es fácil aceptar a la Persona de Jesucristo con ese amor incondicional. Porque, por un lado, no es fácilmente creíble para alguien que vive en un mundo donde se ve cada vez menos un amor tan incondicional y perenne; por otro lado, otra causa importante sería la autosuficiencia, proveniente del pecado original.
Por esta razón, para la aceptación de Jesucristo como Evangelio en la vida es casi indispensable la preparación del corazón de los oyentes mediante la Palabra de Dios. De hecho, el mismo Jesús preparaba los corazones de los dialogantes pedagógicamente antes de la revelación de su Persona.
Quién proclama el Evangelio?
A partir de la ascensión de Jesús, la Iglesia transmite el Evangelio por medio de Evangelio escrito por los apóstoles y evangelistas. En realidad, esta transmisión se efectiviza como tal cuando el evangelio escrito es proclamado por medio de los anunciadores. Por esta razón, ellos deben ser los profetas, es decir, sus fieles voceros que prestan a Dios, el cuerpo, el alma, el corazón, la boca y creer de verdad la Palabra de Hb 4,12:
“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones de corazón.” A decir verdad, Dios puede realizar su obra por medio de cualquier tipo de anunciadores (Flp 1,10-18). Sin embargo, prefiere un anunciador que haya experimentado su amor y que esté revestido por la fuerza del Espíritu Santo. Porque de esta manera, se transmite mejor el Evangelio y ayuda a sus oyentes con su propia experiencia, los anima con su ejemplo.
Contenido del kerygma
Los temas del primer bloque y del segundo bloque giran en torno a la renovación de la gracia del bautismo y de la confirmación respectivamente. Los temas de cada bloque se dividen a su vez, por su modo de presentación, primero los de anuncio, luego, los de invitación para la aceptación del mismo. Este orden se explica porque se necesita primero el anuncio o la proclamación de la Buena Noticia para que se suscite la fe en Jesucristo por la cual nos adherimos personalmente a nuestro Salvador. El tercer bloque se refiere a los medios de crecimiento espiritual como discípulos misioneros y nueva creatura, y a la exhortación para permanecer y perseverar en Jesucristo. Está orientado a la renovación de la gracia de la eucaristía.
Por el esquema siguiente podemos comprender toda la estructura con más claridad.
Para el desarrollo de cada tema hay que tomar en cuenta lo siguiente:
-Verdad central anunciada, sencilla y directa.
-Textos bíblicos proclamados con unción del Espíritu Santo.
-Explicación simple de la verdad central, de forma testimonial.
-Imágenes, comparaciones, ejemplos.
-Respuesta y vivencia esperada: explicada y preparada.
Este tipo de proclamación del Kerygma, gracias a Dios, pueden hacerlo muchos laicos sin la necesidad una preparación teológica especial. Lo más importante es transmitir a los demás el mensaje del Amor de Dios con la llama del fuego del Espíritu Santo, para lo cual el anunciador debería estar encendido del mismo.
Con respecto a la relación de la promoción humana y el anuncio kerygmático, podemos decir lo mismo. Es decir, este anuncio es condición indispensable y fundamental para una promoción auténticamente humana. Porque si es verdad que no hay auténtica promoción humana sin la verdadera relación filial con Dios, es entonces, prioritario y fundamental el anuncio kerygmático que da a paso al encuentro con Dios Padre. Porque aunque uno se beneficie de toda la cultura tecnológica y material, no tiene garantía de llegar a la plenitud de su vocación y felicidad si no es con Dios en el centro de su vida.
Debido a ello, el anuncio kerygmático como elemento necesario para el encuentro con Él es prioridad absoluta para todos, los ricos, los pobres, enfermos y sanos sin dejar de lado todas otras promociones humanas necesarias. Al contrario, cuando uno toma conciencia y experimenta su verdadera dignidad de hijo de Dios, por sí solo comienza la búsqueda de su vida digna de acuerdo con su identidad. Y el anunciador del Evangelio lo acompañará brindándole la ayuda posible para ello.
Observando atentamente la vida de las comunidades de la primera época de la Iglesia descrita en el cap 2 de los Hechos de los Apóstoles, puedo decir que es posible reproducirla con bastante semejanza en estas pequeñas comunidades y en la gran comunidad parroquial aún hoy en día, en esta sociedad compleja. Porque en la medida en que han recibido a Jesucristo vivo en su vida y lo viven, también lo transmiten.
La finalidad de este escrito es ofrecer al lector una punta de ovillo para poner en práctica todo el documento de “Aparecida” que describe el anuncio kerygmático como iniciación e hilo conductor de la vida auténticamente cristiana.
Sobre el proceso de cómo continuar después del encuentro personal vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante con Jesucristo, el documento de “Aparecida” presenta la vida en pequeñas comunidades (6.4.3: nn. 307-310 también n. 278.d), la catequesis (n.278.c), la vida misionera (n. 278 e).
“Jesús me amó y se entregó por mí” (Gál 2,20) y lo llevo vivo en mí.
Han Lim Moon, Obispo