¿En quién tienes puesta tu esperanza?
El Evangelio que nos relata el caminar de Jesus por las aguas tiene como antesala la multiplicación de los panes. Recordemos que la multitud ha sido curada de sus enfermedades y ha sido alimentada hasta la saciedad. En cierto sentido,
Jesús y los discípulos, posterior al buen trabajo realizado, tendrían derecho a descansar y a recibir las muestras de agradecimiento de la multitud. El Maestro, nuestro Maestro, tiene otros planes. Sube a una montaña a orar en solitario posterior de “obligar” a sus discípulos a subir a la barca.
Notemos que el texto griego presenta el verbo “obligar, forzar” (ἀναγκάζω), porque quiere evitar el triunfalismo apostólico, es decir, que los discípulos se sientan protagonistas. Con estos sentimientos van los discípulos en la barca sacudida por las olas.
Estos discípulos son pescadores experimentados y, por lo tanto, remar de un lado a otro del lago no representa mayor dificultad. De pronto no bastan sus fuerzas y experiencia. La noche los cubre y el miedo aparece.
Gritan porque no ven con claridad. Gritan porque llenos de temor no pueden reconocer a su Maestro que se acerca caminando sobre el mar agitado. Imaginemos el alivio de los discípulos al escuchar una voz que dice:
“Soy Yo. No teman”
El miedo continúa en Pedro porque quiere confirmar la identidad de su Señor. Se arriesga y se lanza sobre las olas agitadas. Empieza a hundirse y cree que está solo. Cree que el Señor lo ha abandonado. Por eso grita, ¡Señor, sálvame!
¿A quién acudes en los momentos de mayor peligro y dificultad?
Al igual que Pedro, no basta nuestra experiencia y autosuficiencia. En ocasiones también nosotros atravesamos tempestades que nos revelan nuestra fragilidad, nuestra falta de fe. Pero saben algo; no estamos solos porque Dios no nos abandona. El Evangelio nos invita a ser hombres y mujeres de mucha fe, no de poca fe, y a tener certeza de la presencia de la presencia de Dios en nuestras vidas.
Te invito a que tu oración de estos días sea: Señor, aumenta mi fe. Aumenta nuestra fe porque no podemos dejarnos vencer por el miedo. Aumenta nuestra fe para que podamos abandonar de una vez por todas nuestras inseguridades. ¡Señor, aumenta nuestra fe!
Autor: Pbro Francisco Díaz SJ