Ven Espíritu Santo, como caricia que calma. Muchas cosas se rebelan dentro de mí cada día, cosas que me molestan, que me inquietan, que me resienten. A veces mi interior se perturba por cosas que no son tan importantes, y me lleno inútilmente de una inquietud que me hace daño.
Ven Espíritu Santo, y acaríciame por dentro. Pasa por esos sentimientos que se sublevan, y cálmalos con tu caricia santa. Pasa por mi cuerpo lleno de tensiones, y serénalo con tu caricia suave. Pasa por mi piel que se resiste a tantas cosas, y apacíguala con tu caricia tierna. Pasa por mi corazón que se trastorna, y aquiétalo con tu caricia tibia.
Pasa por mis pensamientos que se alborotan, y tranquilízalos con tu caricia delicada. Pasa por mis afectos que me queman, y apágalos con tu caricia fresca. Ven Espíritu Santo, acaricia lentamente todo mi ser, y con esa caricia divina pacifica, sosiega, aplaca, suaviza. Ven Espíritu Santo. Amén