Ven Espíritu Santo, limpia mi interior de todo residuo de resentimiento y de malos recuerdos. Concédeme recordar el pasado con serenidad, sin rencores ni tristezas, sin angustias ni temores. Mi seguridad está en tu amor y en tu fuerza que me abraza. No permitas que me debilite y me desgaste con faltas de perdón y resquemores. Arranca de mi interior todo deseo de venganza.
Muéstrame, Espíritu Santo, que la venganza termina cayendo sobre mi propia vida y matando mi alegría y mi paz.
Ayúdame a declarar libres a esas personas que de alguna manera me hicieron sufrir. Que yo no necesite hacerlos sufrir para sentirme bien. Derrama en mi interior tu compasión, coloca en mis ojos tu mirada compasiva, para que pueda recordarlos sin rencor y sin angustia. Libérame Dios mío, para que pueda respirar feliz y caminar sin ataduras interiores. Muéstrame que hay más felicidad en dar que en recibir, y que siempre es mejor vencer el mal con bien. Ven Espíritu Santo. Amén.