Gracias Espíritu Santo por el regalo de la vida

Gracias Espíritu Santo por el regalo de la vida

Me detengo un momento sólo a respirar. Simplemente existo, y respiro. Presto atención sólo a la respiración, al aire que entra en mí y que sale de mí. Y me dejo estar, me abandono. Con dulzura, aparto todos los pensamientos, recuerdos e imágenes que vayan apareciendo, y vuelvo a concentrarme con serenidad sólo en la respiración. Me detengo sólo a gozar de la existencia, que es un invalorable regalo. Dejo que el Espíritu Santo vaya haciendo crecer poco a poco ese sentimiento de dulce gratitud. Así, abandonándome, voy dejando nacer un sentimiento positivo de gratitud y de verdadera paz.  Al fin de cuentas, más allá de todo, vale la pena existir. Es mejor que no ser. Este presente es maravilloso. Gracias Espíritu Santo.

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