El Espíritu Santo quiere regalarnos un mundo mejor. Pero más bien parece que nos hemos olvidado de buscarlo, que nuestro corazón cerrado no le deja espacio, que no nos decidimos a ponernos de rodillas e invocarlo con fe, con ansias. Él ya ha tomado la iniciativa de buscarnos. Ahora es necesario que le permitamos actuar. Te propongo que le abras el corazón y le digas con ternura:
Ven Espíritu Santo, ven padre de los pobres, ven viento divino, ven. Ven como lluvia deseada, a regar lo que está seco en nuestras vidas, ven.
Ven a fortalecer lo que está débil, a sanar lo que está enfermo, ven. Ven a romper mis cadenas, ven a iluminar mis tinieblas, ven. Ven porque te necesito, porque todo mi ser te reclama.
Espíritu Santo, dulce huésped del alma, ven, ven Señor.