El don de la ciencia se distingue del don de entendimiento porque el entendimiento tiene que ver con las cosas celestiales, y el don de ciencia está más relacionado con las cosas de este mundo. Significa que podemos mirar este mundo con ojos espirituales, con una mirada transformada por el Espíritu Santo. Entonces, podemos descubrir la belleza más perfecta que el Espíritu Santo ha derramado en las cosas.
De esa manera, no nos apegamos a cosas de este mundo ni nos dejamos esclavizar por ellas, porque todas ellas nos llevan a Dios. Con este don, San Francisco de Asís podía alegrarse en cada criatura sin perder por ello su entrega total a Dios.
Tratemos de ejercitar este don, intentando contemplar este mundo con otra mirada, renunciando a la posesividad, a las obsesiones, y dejando que las criaturas nos hablen de Dios.