Ven Espíritu Santo, y toca mi interior con tu divina luz para que pueda descubrir que no todo es negro, porque existes tú, hermosura infinita. No puedo verte con los ojos de mi cuerpo pero tu gracia me permite reconocerte con la mirada del corazón.
Tú eres maravilloso, Espíritu de vida. Quiero adorarte con todo el corazón por la multitud de tus maravillas, porque todo lo que hay de bello y de bueno en este mundo es obra tuya. Te adoro, porque en ti hay belleza y amor sin confines. Bendito seas.
Gloria a ti, que estás en todos los lugares y en cada cosa, que todo lo superas por encima del tiempo y espacio, y todo lo penetras con tu poder invisible.
Te alabo porque por todas partes se refleja tu hermosura, porque tú eres un abismo ilimitado de gracia y de esplendor.
Pero vives sobre todo en los corazones simples que saben amar.
Ven Espíritu Santo. Amén.