Ven Espíritu Santo, para que pueda reconocer que mi vida vale la pena, que yo no existo por casualidad o por fatalidad. Ven y hazte presente en el preciso instante en que yo fui concebido. Sopla con tu poder y llena de vida ese instante. Tócame y derrama toda tu potencia en el seno de mi madre. Penetra con tu bendición en el momento en que comencé a existir, lléname de vida, y enséñame a amar mi vida como tú la amas. Ven Espíritu Santo, y ayúdame a descubrir que yo no existo porque sí; existo porque fui querido, fui amado y llamado a la vida por tu amor.
En el momento de mi concepción estabas tú, presente con todo tu poder. Gracias. Ven Espíritu Santo, y bendice mi vida con tu mirada, ayúdame a sentir la fortaleza de tu presencia. Amén.