Espíritu Santo, tú eres Dios, abismo infinito de belleza donde se saciará toda mi sed de amor. Mira mi interior, donde a veces habitan egoísmos, impaciencias, rechazos. Regálame el don de la paciencia. Quiero vivir el mandamiento del amor que me dejó Jesús, pero a veces me brotan malos sentimientos que se apoderan de mí.
A veces hago daño con mis palabras, con mis acciones, o con mi falta de amabilidad. Ayúdame, Espíritu Santo, para que pueda mirar a los demás con tus ojos pacientes.
Quiero reconocer tu amor para todos los seres humanos, también para esas personas que yo no puedo amar con paciencia y compasión. Todos son importantes para el corazón amante de Jesús, todos son sagrados y valiosos.
Nadie ha nacido por casualidad sino que es un proyecto eterno de tu amor. Libérame de condenar y de prejuzgar a los demás.
Quisiera imaginar sus sufrimientos, sus angustias, esas debilidades que les cuesta superar. Ayúdame a encontrar siempre alguna excusa para disculparlos y para no mirarlos más con malos ojos. Derrama en mí toda la paciencia que necesito.
Ven Espíritu Santo. Amén.