Ven Espíritu Santo. Quiero estar un momento contigo, y deseo que este momento esté consagrado sólo a ti. Ven a tocar mi mirada interior para que pueda contemplar tu gloria divina, que no tiene límites. Te doy gracias porque he podido conocerte, porque has derramado en mí la fe, y puedo invocarte con profunda confianza.
Te doy gracias porque contigo todo se me hace más fácil, y cuando te invoco me quedo en paz. Gracias por tu amistad, y porque puedo dialogar contigo sobre las inquietudes de mi vida. Te adoro en esta cercanía, porque nunca estás lejos; siempre estás iluminando lo más íntimo de mi ser.
Gracias, Espíritu Santo, porque cuando camino estás conmigo, cuando trabajo estás conmigo, cuando sueño estás conmigo, cuando sufro estás conmigo, cuando me alegro estás allí conmigo. Y cuando no puedo más, también estás conmigo. Amén.