Ven Espíritu Santo. Quisiera deslumbrarme con tu amor y tu belleza, y dejarte entrar. Pero tú quisiste que yo te descubriera lentamente, para no invadir mi vida sin mi permiso. Quisiera abrirte mi interior para vivir tu amistad. Yo sé que eso me haría feliz, porque ‘tu amor vale más que la vida’ (Salmo 63,4). Pero me cuesta mucho atreverme a vivir un amor tan grande, tan fuerte, tan total. No me atrevo. Poco a poco quisiera descubrir que no hay nada que temer, que tu amor me deja libre, que tu amor es aire fresco que no asfixia. Espíritu Santo ayúdame a descubrirlo.
A veces me siento tan inseguro, tan frágil, veo que no hay nada firme en esta vida. Me siento como un pequeño gusano débil que se puede destruir con cualquier cosa. Pero tu Palabra me dice: No tengas miedo gusanillo mío. Yo soy tu salvador (lsaías 41,14). Eres mi seguridad, un poder infinito que me defiende. Contigo todo terminará bien. Confiar en ti es mi mayor poder. ‘Fuerza mía, para ti cantaré. Porque Dios es mi protección, el Dios de mi amor’ (Salmo 59,18). Ven Espíritu Santo. Amén.