Espiritu Santo Invítame permanentemente a la Conversión

Espiritu Santo Invítame permanentemente a la Conversión

El Espíritu Santo nos invita permanentemente a la conversión. Porque la conversión no es sólo un gran cambio que sucedió alguna vez en el pasado, cuando decidimos seguir a Jesucristo. La conversión es cosa de todos los días. Nuestra mentalidad y nuestro corazón deben ser cambiados de modo permanente.

Cuando nos descuidamos, se nos mete adentro algún criterio equivocado, o volvemos a optar por el egoísmo, o perdemos un poco de la alegría o de la generosidad que teníamos. Entonces, hay que volver a convertirse, hay que volver a escuchar el Evangelio y dejarse interpelar por el Espíritu.

La conversión también es una especie de ablandamiento, o de descongelamiento. Porque cuando nos descuidamos, el corazón se nos pone duro y frió.

Cuando no sanamos a tiempo las malas experiencias que tenemos cada día, nuestros rencores, tristezas, sentimientos de culpa y desilusiones, endurecen el corazón como una piedra, o lo enfrían y lo convierten en un pedazo de hielo, duro y frío por el dolor o por el miedo.

Optamos una vez más por la comodidad y por el aislamiento; los demás dejan de ser nuestros hermanos y se convierten en enemigos o en competidores.

Hay que rogarle al Espíritu Santo que venga como fuego ardiente para ablandar de nuevo el corazón endurecido, para derretir ese hielo y convertirlo en un arroyo alegre, feliz y compasivo.

Quizás en este preciso momento tengas que convertirte, renunciar a un mal sentimiento que te está enfriando, y rogarle al Espíritu Santo que vuelva a ablandar tu corazón.

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario