“Ven Espíritu Santo, y enséñame a escuchar la música de la vida.
Toca mis oídos espirituales para que aprenda a gozar esa canción que tú vas creando con cada cosa que me toca vivir.
Ayúdame a apreciar todos los sonidos, y también los silencios, porque también lo que me parece desagradable, puede convertirse en parte de esa bella canción.
Ven Espíritu Santo, ilumina mi vida, para que no me encierre a llorar lo que me falta y lo que he perdido. No dejes que cierre mi corazón a las cosas nuevas que quieres hacer nacer en mí, ven para que me atreva a tomar ese nuevo camino que me propones, cuando los demás caminos se han perdido.
Enséñame a escuchar con el corazón, para que reconozca que, cuando una nota se apaga, comienza a sonar una nota distinta, comienza a vibrar otra cuerda, y la vida continúa.
Ven Espíritu Santo. Amén.”