Espíritu Santo, vengo a buscar tu ayuda, en un momento difícil. Las dificultades y las desilusiones han apagado mi fervor y la alegría de mi entrega. Por eso te presento mis cansancios, mis angustias, y todo mal recuerdo. Quiero unir mi dolor a Jesús en su pasión, para resucitar con él en gozo y esperanza.
Mi Dios. En ti hay infinita alegría. Alegría que desborda y se derrama luminosa en cada criatura. El mundo entero es un canto de gozo que brota de tu exceso de amor. Muéstrame, Señor, la belleza y la bondad de las cosas pequeñas, allí donde habita un remedio para mis tristezas.
Te doy gracias por el agua, la luz, los colores, la voz de mis amigos, las manos, el cielo, la sangre que corre intensamente y me mantiene vivo, el aire y cada simple regalo cotidiano. Te doy gracias porque de alguna manera siempre puedo hacer algo bueno por este mundo.
Ayúdame a vivir el gozo de la generosidad, la alegría de hacer feliz a otro, el sueño de hacer el bien. Dame el don de la magnanimidad para buscar siempre algo más en la vida. Despierta en mi interior, Espíritu Santo, un intenso amor al Padre Dios, para que busque tu gloria con el corazón ardiente, para que me goce en su amistad, y repose en tus brazos cada noche. Muéstrame las maravillas de tu amor, para que seas mi lugar de delicias, mi tesoro, mi banquete feliz. Ven Espíritu Santo. Amén