EL SILENCIO DE JOSE COMO ESCUELA DE ESCUCHA DEL ESPÍRITU SANTO

EL SILENCIO DE JOSE COMO ESCUELA DE ESCUCHA DEL ESPÍRITU SANTO

Introducción

En la cuarta catequesis dedicada al padre terrenal de Jesús, el papa Francisco invitó a aprender de San José a unir el silencio con la acción. Es la invitación del Papa en su catequesis de la audiencia general de esta mañana, la cuarta dedicada a la figura del padre terrenal de Jesús. Nos dice:

Aprendamos de José, que en los Evangelios nunca habla, aunque lo hace de otra manera, es decir, cultivando el silencio, para dejar espacio a la Palabra de Dios. De este modo, permite que el Espíritu Santo regenere y sane nuestra lengua, para no herir más a nuestros hermanos.

“Aprendamos de él a unir el silencio con la acción”. Esta fue la invitación que el Santo Padre dirigió esta mañana durante la catequesis de la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano, la cuarta dedicada a la figura del padre terrenal de Jesús.

San José, hombre del silencio

Los Evangelios no recogen ninguna palabra de José de Nazaret”, no porque fuera taciturno, sino para “dejar espacio a la Presencia del Verbo hecho carne, a Jesús”, tal como también lo señala San Agustín.

Un silencio lleno de escucha

El silencio de José no es un mutismo; es un silencio lleno de escucha, un silencio laborioso, un silencio que pone de manifiesto su gran interioridad. Mientras Jesús, en la casa del carpintero de Nazaret, creció en esta “escuela”, buscando siempre “espacios de silencio en sus días”, invitando a sus discípulos a hacer la misma experiencia.

Qué bonito sería si cada uno de nosotros, en el ejemplo de San José, lograra recuperar esta dimensión contemplativa de la vida abierta de par en par precisamente por el silencio. Pero todos nosotros sabemos por experiencia que no es fácil: el silencio nos asusta un poco, porque nos pide entrar dentro de nosotros mismos y encontrar la parte más verdadera de nosotros.

Aprendamos de San José a cultivar espacios de silencio, en el que pueda emerger otra Palabra: la del Espíritu Santo que habita en nosotros. No es fácil reconocer esta Voz, que muy a menudo se confunde junto a los miles de voces de preocupaciones, tentaciones, deseos, esperanzas que habitan en nosotros; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, puede enfermarse también nuestra habla.

Y esto, en lugar de hacer que brille la verdad, se puede convertir en un arma peligrosa. De hecho, nuestras palabras se pueden convertir en adulación, vanagloria, mentira, maledicencia, calumnia. Es un dato de experiencia que, como nos recuerda el Libro del Eclesiástico, ‘muchos han caído a filo de espada, mas no tantos como los caídos por la lengua’”.

Del mensaje de Jesús

Jesús lo dijo claramente: quien habla mal del hermano y de la hermana, quien calumnia al prójimo, es homicida. Mientras el Apóstol Santiago en su Carta, desarrolla este antiguo tema del poder, positivo y negativo, de la palabra con ejemplos deslumbrantes: ‘Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo. […] también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. […] Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hecho a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición’”.

Este es el motivo por el cual debemos aprender de José a cultivar el silencio: ese espacio de interioridad en nuestras jornadas en las que damos la posibilidad al Espíritu de regenerarnos, de consolarnos, de corregirnos. El beneficio del corazón que tendremos sanará también nuestra lengua, nuestras palabras y sobre todo nuestras elecciones.

Mensaje de José

José ha unido la acción al silencio. Él no ha hablado, pero ha hecho, nos ha mostrado así lo que un día Jesús dijo a sus discípulos: ‘No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial’”

Oración a san José

San José, hombre de silencio,
tú que en el Evangelio no has pronunciado ninguna palabra,
enséñanos a ayunar de las palabras vanas,
a redescubrir el valor de las palabras que edifican, animan, consuelan, sostienen.
Hazte cercano a aquellos que sufren a causa de las palabras que hieren,
como las calumnias y las maledicencias,
y ayúdanos a unir siempre los hechos a las palabras. Amén.

Autor: Sto Padre papa Francisco

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