El Espíritu Santo actúa como quiere y muchas veces nos sorprende con esa libertad divina. La elección de San Matías se realizó echando suertes (Hechos 2,23-26). Ese procedimiento sirvió para conocer la decisión de Dios. Por eso, en la oración los apóstoles dicen: “muéstranos a cuál has elegido” (v. 24). La elección de Matías era una cuestión del amor de Dios, que va más allá de todos los criterios humanos.
Si ellos descubrieron la voluntad de Dios echando suertes, no esperemos que el Espíritu Santo nos ilumine siempre de una manera maravillosa, porque él nos hablará de miles de maneras sencillas y nos ayudará a descubrir lo que él quiere de formas muy ordinarias y poco llamativas.
No sólo Matías fue elegido con ternura. Cada uno de nosotros fue elegido para vivir en amistad con Jesús, y es llamado a cumplir una misión que dé muchos frutos de amor, hasta dar la vida en respuesta a esa elección. Es bello sentirse agraciado, haber sido elegido gratuitamente, sin que uno lo haya merecido o comprado con algo, sin que pueda adquirirlo, exigirlo o esperarlo por algún título u obra personal.
El Espíritu Santo viene muchas veces a nuestra vida para que cumplamos determinadas misiones, no porque seamos perfectos, o porque lo merezcamos, sino por un amor gratuito y libre. Él actúa donde quiere y como quiere. Dejémonos conducir por él.