Ven, Espíritu Santo, y envía desde el cielo, un rayo de tu luz.
Ven, padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador, lleno de bondad, dulce huésped del alma.
Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina no hay nada en el hombre,
nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas, riega nuestra aridez,
cura nuestras heridas.
(Fragmentos de la Secuencia de Pentecostés)