Los volveré a ver y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar

Los volveré a ver y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar

Evangelio según San Juan 16,20-23a

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.

La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo.

También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas.

Comentario del Evangelio

Al día de hoy es posible que tengamos muchas razones para vivir angustiados, tristes o de luto. Nuestra alegría es parcial, incompleta. Todavía provisional. Es la alegría de este momento, de aquel instante, de este o aquel acontecimiento… Como dijo Dietrich Bonhoeffer, “Dios no realiza todos nuestros deseos, pero es fiel a todas sus promesas”.

Se nos ha prometido una alegría completa. Cualquiera que sea nuestra situación actual, debemos ser conscientes de que se nos ha prometido esa alegría de que habla Jesús. La alegría es la promesa de ese encuentro, del que es garantía el mismo Resucitado: “Volveré a veros y vuestro corazón se llenará de alegría”.

Lecturas del dia

Libro de los Hechos de los Apóstoles 18,9-18

Una noche, el Señor dijo a Pablo en una visión: “No temas. Sigue predicando y no te calles. Yo estoy contigo. Nadie pondrá la mano sobre ti para dañarte, porque en esta ciudad hay un pueblo numeroso que me está reservado”.

Pablo se radicó allí un año y medio, enseñando la Palabra de Dios. Durante el gobierno del procónsul Galión en Acaya, los judíos se confabularon contra Pablo y lo condujeron ante el tribunal, diciendo: “Este hombre induce a la gente a que adore a Dios de una manera contraria a la Ley”. Pablo estaba por hablar, cuando Galión dijo a los judíos:

“Si se tratara de algún crimen o de algún delito grave, sería razonable que los atendiera. Pero tratándose de discusiones sobre palabras y nombres, y sobre la Ley judía, el asunto les concierne a ustedes; yo no quiero ser juez en estas cosas”. Y los hizo salir del tribunal. Entonces todos se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon ante el tribunal. Pero a Galión todo esto lo tuvo sin cuidado.

Pablo permaneció todavía un cierto tiempo en Corinto. Después se despidió de sus hermanos y se embarcó hacia Siria en compañía de Priscila y de Aquila. En Cencreas, a raíz de un voto que había hecho, se hizo cortar el cabello.

Salmo 47(46),2-3.4-5.6-7

Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.

El puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto.

El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey.

Enseñanza de Juan de Cárpatos (VII s.)    Esa tristeza se convertirá en alegría

¿Por qué nosotros que no cesamos de rezar y cantar hemos caído en las aflicciones, mientras que los que no rezan y no velan están en la alegría, gozan, prosperan y transcurren risueñamente su vida? Como dice el Profeta: “Por eso llamamos felices a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa nada!”. Agrega: “Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor” (Ml 3,15-16), los que tienen el conocimiento.

Hay que saber, sin embargo, que quienes están afligidos, quienes son duramente atormentados y por muchas pruebas llevan en ellos el testimonio de su maestro, no sufren nada que pueda sorprenderlos. Porque han escuchado el anuncio de los Evangelios:

“Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará” (Jn 16,20). Dentro de poco vendré a visitarlos con el Consolador, disiparé su desánimo, los animaré con pensamientos de la vida y reposo celestes y con las suaves lágrimas que les han faltado durante los días que sufrieron la prueba.

Los amamantaré con mi gracia, como una madre amamanta al pequeño que llora. A ustedes, agotados por los combates, los fortificaré con la fuerza de lo Alto. Estaban cubiertos de amargura y los llenaré de dulzura, como dice Jeremías en las Lamentaciones al hablar de la Jerusalén en ustedes escondida. Vendré a verlos y sus corazones se alegrarán de esa secreta visita. “La tristeza se convertirá en alegría” y “tendrán una alegría que nadie les podrá quitar” (cf. Jn 16,20.22).

 

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario