Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús

Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús

Evangelio según San Mateo 14,1-12

En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos. Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: No te es lícito tenerla. Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.

El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera. Instigada por su madre, ella dijo: “Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.

Comentario del Evangelio

A veces tengo la impresión de que cambiamos el orden de las cosas: ponemos delante lo accesorio y dejamos lo esencial olvidado en el fondo de una cotidianidad que nos aturde. Corremos y nos agitamos en una suerte de vértigo incesante. Y, cuando paramos, ya se nos ha olvidado ponernos ante Dios, estar con nosotros mismos y con los demás. Sin darnos cuenta, organizamos la vida en torno a nuestros intereses egoístas, instituidos como un ídolo al que sacrificamos todo. Y luego pasamos a mirar la Palabra de Dios como una amenaza en lugar de acogerla como una oportunidad. Y nos resulta fácil silenciar la profecía que pone al descubierto la incoherencia que no queremos ver.

Lecturas del dia

Libro de Jeremías 26,11-16.24

Los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: “Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos”. Pero Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo: “El Señor es el que me envió a profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que ustedes han oído. Y ahora, enmienden su conducta y sus acciones, y escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal con que los ha amenazado. En cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo.

Pero sepan que si ustedes me hacen morir, arrojan sangre inocente sobre ustedes mismos, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque verdaderamente el Señor me ha enviado a ustedes para decirles todas estas palabras”. Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios”. Sin embargo, Ajicám, hijo de Safán, protegió a Jeremías e impidió que fuera entregado en manos del pueblo para ser ejecutado.

Salmo 69(68),15-16.30-31.33-34

Sácame del lodo para que no me hunda,
líbrame de los que me odian
y de las aguas profundas;
que no me arrastre la corriente,
que no me trague el Abismo,
que el Pozo no se cierre sobre mí.

Yo soy un pobre desdichado, Dios mío,
que tu ayuda me proteja:
Así alabaré con cantos el nombre de Dios,
y proclamaré su grandeza dando gracias;

que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos.

Carta apostólica de San Juan Pablo II (1920-2005)  Tertio Millenio adveniente  Juan Bautista, mártir de la Verdad

La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: “Sanguis martyrum semen christianorum ; la sangre de los mártires es semilla de cristianos” Tertuliano). Los acontecimientos históricos…no podían de ninguna manera garantizar a la Iglesia su desarrollo tal como se realizó durante el primer milenio si no hubiera sido gracias a la semilla de los mártires y el patrimonio de santidad que caracterizaron las primeras generaciones cristianas. Al final del segundo milenio, la Iglesia es de nuevo una Iglesia de mártires. Las persecuciones contra los creyentes—sacerdotes, religiosos, laicos,— han provocado abundantes semillas de martirio en diferentes partes del mundo. El testimonio por Cristo hasta entregar la vida ha llegado a ser un patrimonio común a los católicos, a los ortodoxos, a los anglicanos y a los protestantes, como ya lo afirmaba Pablo VI …Es un testimonio que no hay que olvidar…

También en nuestro siglo los mártires están presentes. Muchas veces anónimos, son como “los soldados desconocidos” de la gran causa de Dios. En lo posible, hay que evitar que se pierda su testimonio en la Iglesia…. Las Iglesias locales tienen que hacer todo lo posible para no olvidar a los que sufrieron el martirio y esforzarse a recoger toda la documentación concernientes a ellos.

Esto no dejará de tener un acento marcadamente ecuménico. El ecumenismo de los santos, de los mártires, es quizá el que más convenza a la gente. La voz de la “comunión de los santos” es más fuerte que la de la división…El mayor homenaje que todas las Iglesias pueden rendir a Cristo en el umbral del tercer milenio será mostrar la presencia todopoderosa del Salvador por los frutos de la fe, de la esperanza y del amor en los hombres y mujeres de tantas razas y lenguas que siguieron a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana.

 

 

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