Fueron a predicar exhortando a la conversión

Fueron a predicar exhortando a la conversión

Evangelio según San Marcos 6,7-13

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.Les dijo: Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos. Entonces fueron a predicar exhortando a la conversión;  expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Comentario del Evangelio

Cuando Jesús nos manda en misión no nos hace autosuficientes. La autosuficiencia nos encierra en un confortable monólogo y nos sitúa en una ilusoria posición de fuerza ante los demás. La misión cristiana no es así. Por el contrario, el misionero está llamado a descubrir que es precisamente su pobreza lo que le permite llegar al corazón de aquellos a los que está llamado a servir. La pobreza nos hace necesitar de los otros, entrar en sus casas, sentarnos en su mesa, compartir mutuamente los dones del Espíritu. La misión no es una calle de un solo sentido. La misión es una experiencia de relación. El evangelizador es también evangelizado.

Primer Libro de los Reyes 2,1-4.10-12

Estando ya próximo a su muerte, David hizo estas recomendaciones a su hijo Salomón: “Yo me voy por el camino de todo el mundo. Sé fuerte y compórtate como un hombre. Observa las prescripciones del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, observando sus preceptos, sus mandamientos, sus leyes y sus instrucciones, según lo que está escrito en la Ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas, y el Señor mantendrá esta palabra que me ha dicho: Si tus hijos vigilan su conducta, caminando delante de mí con fidelidad, de todo corazón y con toda su alma, nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.

David se fue a descansar con sus padres, y lo enterraron en la Ciudad de David. Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. Salomón se sentó en el trono de su padre David, y su realeza quedó firmemente afianzada. Primer

Libro de Crónicas 29,10.11ab.11d-12a.12bcd

Después David bendijo al Señor en presencia de toda la asamblea, diciendo:  “¡Bendito seas, Señor, Dios de nuestro padre Israel, desde siempre y para siempre! Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad; porque a ti pertenece todo lo que hay en el cielo y en la tierra. tú te elevas por encima de todo. De ti proceden la riqueza y la gloria; tú lo gobiernas todo, en tu mano están el poder y la fuerza, y es tu mano la que engrandece y afianza todas las cosas

De las reglas de san Francisco de Asís (1182-1226)  No llevéis piezas de oro en la faja

El Señor ordena en el Evangelio: Guardaos cuidadosamente de todo mal apego; evitad cuidadosamente las preocupaciones de este mundo y los cuidados materiales (cf Mt 6,25). Por eso ningún hermano, ya resida en una casa o esté de viaje, bajo ningún pretexto debe aceptar él mismo ni hacer recoger para sí ninguna pieza de oro ni moneda pequeña, y esto ni para comprar vestido o libros ni como salario por algún trabajo, ni bajo ningún pretexto, a no ser en caso de evidente necesidad para los hermanos enfermos. Porque ni el oro ni las monedas no debemos considerarlos de mayor utilidad o de más aprecio que las piedras.

El diablo se ocupa de cegar a los que codician dinero o le conceden más valor que a las piedras. Nosotros que lo hemos dejado todo, no vayamos a perder por tan poca cosa el Reino de los cielos (Mc 10, 24.28). Si en cualquier parte nos encontramos con alguna moneda o dinero, no le prestemos mayor atención que al polvo que pisamos con los pies: porque esto es vanidad de vanidades, y todo es vanidad (Eccl 1,2)…

Todos los hermanos se esforzarán en seguir la humildad y la pobreza de nuestro Señor Jesucristo… Deben alegrarse cuando se encuentren entre gente de baja condición y despreciados, entre pobres e inválidos, enfermos y leprosos y mendigos de las calles.

Cuando sea necesario irán a pedir en especies. Que no se avergüencen: sino que se acuerden de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo del Dios vivo todopoderoso…, que fue pobre y no tuvo cobijo, vivó de limosna él y la bienaventurada Virgen, y sus discípulos.

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