Entren por la puerta estrecha

Entren por la puerta estrecha

Evangelio según San Mateo 7,6.12-14

No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.

Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.

Comentario del Evangelio

El camino que lleva a la meta. El amor se expresa en el “hacer”; la propuesta divina es lo contrario de la tendencia egoísta de colocarnos a nosotros mismos en el centro de todo. El egoísta sólo hace para sí y pretende que los otros hagan para él, coloca su “yo” en el centro de todo. Quien ama hace para el otro, es como el sol que difunde luz y vida.

Para quien ama, los deseos del amado se convierten en sus compromisos. La palabra de Jesús es la “puerta” estrecha que nos hace entrar en la vida filial y fraterna, el “camino” estrecho que nos conduce a la vida plena. Muchas son las puertas, pero la de la casa es una sola; muchos son los caminos para perderse, pero uno solo es el que lleva a la meta; mil son los árboles, pero sólo uno produce el fruto de la vida. Jesús es el Hijo, puerta de acceso a la comunión con el Padre y los hermanos, camino que conduce a una felicidad siempre mayor, árbol que produce el fruto dulce, maduro y pleno del amor.

Lecturas del día

Libro de Génesis 13,2.5-18

Abrám tenía muchas riquezas en ganado, plata y oro. Lot, que acompañaba a Abrám, también tenía ovejas, vacas y carpas. Y como los dos tenían demasiadas riquezas, no había espacio suficiente para que pudieran habitar juntos. Por eso, se produjo un altercado entre los pastores de Abrám y los de Lot. En ese tiempo, los cananeos y los perizitas ocupaban el país. Abrám dijo a Lot: “No quiero que haya altercados entre nosotros dos, ni tampoco entre tus pastores y los míos, porque somos hermanos. ¿No tienes todo el país por delante? Sepárate de mí: si tú vas hacia la izquierda, yo iré hacia la derecha, y si tú vas hacia la derecha, yo iré hacia la izquierda”.

Lot dirigió una mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de Egipto.

Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra. Entonces Lot eligió para sí toda la región baja del Jordán y se dirigió hacia el este. Así se separaron el uno del otro: Abrám permaneció en Canaán, mientras que Lot se estableció entre las ciudades de la región baja, poniendo su campamento cerca de Sodoma.

Pero los habitantes de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor. El Señor dijo a Abrám, después que Lot se separó de él: “Levanta los ojos, y desde el lugar donde éstas, mira hacia el norte y el sur, hacia el este y el oeste, porque toda la tierra que alcances a ver, te la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Yo haré que tu descendencia sea numerosa como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar los granos de polvo, también podrá contar tu descendencia. Ahora recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque yo te lo daré”. Entonces Abrám trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.

Salmo 15(14),2-3ab.3cd-4ab.5

El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.

El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
.
el que no estima a quien Dios reprueba

y honra a los que temen al Señor.
el que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.

Comentario de san Benito de Nursia (480-547)   Entrad por la puerta estrecha

El Señor, buscándose, entre la multitud a la cual dirige su llamada, un obrero, dice: “¿Quién es el que ama la vida y desea días de prosperidad?” (Sl 33,13). Si escuchando esto respondes: “¡Yo!”, Dios te dice: “Si quieres alcanzar la vida, la verdadera vida eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad, apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella” (Sl 33, 14-15)… ¿Qué hay que sea más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor que nos invita? Mirad que, en su bondad, el Señor nos indica el camino de la vida.

Habiendo, pues, ceñido nuestros lomos (Ef 6,14) con la fe y la práctica de las buenas obras, guiados por el Evangelio, avancemos en sus caminos, a fin de que merezcamos ver a aquél que nos ha llamado a su Reino (1Tes 2,12). Si queremos habitar en las moradas de este Reino, no llegaremos de ninguna manera a él si no es por las buenas obras. Con el profeta, preguntemos al Señor y digámosle: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? ¿Quién habitará en tu monte santo?” (Sl 14,1). Después de esta petición, hermanos, escuchemos al Señor que nos responde mostrándonos el camino…

Vamos, pues, a establecer una escuela al servicio del Señor, en la cual esperamos no establecer nada riguroso, nada agobiante. Pero si se presentara alguna cosa un tanto severa, exigida por una razón de justicia a causa de la corrección de los vicios o para mantener la caridad, no huyas inmediatamente, preso de terror, pues no nos podemos comprometer en el camino de la salvación de otra manera que por una puerta estrecha.

Por otra parte, gracias al progreso de la vida y de la fe, se corre por los caminos de los mandamientos del Señor (sl 118,32) con el corazón dilatado, en una inefable dulzura de amor. Así, no alejándonos jamás de su enseñanza y perseverando en su doctrina hasta la muerte en el monasterio, por la paciencia participaremos en los sufrimientos de Cristo (1P 4,13) para que merezcamos tener también parte en su Reino.

 

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