El Padre hace salir el sol sobre buenos y malos

El Padre hace salir el sol sobre buenos y malos

Evangelio según San Mateo 5,38-48

Jesús, dijo a sus discípulos:  Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.

Lecturas del  día 

Libro del Levítico 19,1-2.17-18

El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él. No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.

Salmo 103(102),1-2.3-4.8.10.12-13

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.

cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;

Carta I de San Pablo a los Corintios 3,16-23

Hermanos: ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: El sorprende a los sabios en su propia astucia, y además: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos. En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.

Enseñanza de san Máximo el Confesor (c. 580-662)   El arte de amar como Dios

Feliz el hombre que puede amar igualmente a todos los hombres. Feliz el hombre que no se apega a nada de lo que es corruptible y pasajero. Quien ama a Dios, ama con certeza también a su prójimo. Un hombre así no puede guardar lo que posee sino que lo dispensa, como haría Dios, ofreciendo a cada uno lo que necesite. Quien da limosna imita a Dios, ya que no hace diferencias entre el hombre malo y el bueno, el justo y el injusto (cf. Mt 5,45). Le basta que tenga una carencia para su cuerpo. Da a todos por igual según lo necesiten, aunque prefiera al hombre virtuoso con su buena voluntad más que al malvado. Dios, por naturaleza, es bueno e impasible, ama a todos de la misma manera ya que son su obra. Pero glorifica al virtuoso porque le está unido por el conocimiento.

En su bondad, tiene misericordia del malvado y cuando lo instruye en este siglo, lo encamina hacia la conversión. Quien es bueno e impasible, ama a todos los hombres de la misma manera. Al virtuoso por su naturaleza y buena voluntad y al impío lo ama por su naturaleza o por la compasión que tiene por él, que va como un necio caminando en las tinieblas. La disposición a la caridad se manifiesta no sólo por compartir la riqueza, sino más aún en la generosidad para transmitir la palabra y para atender los requerimientos de otros en el cuerpo. (…) “Yo les digo, amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores” (Mt 5,44), exhorta el Señor.

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