Amad a vuestros enemigos

Amad a vuestros enemigos

Evangelio según San Mateo 5,43-48

En aquel tiempo dijo Jesús: También habéis oído que antes se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos. Porque si amáis solamente a quienes os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¡Hasta los que cobran impuestos para Roma se portan así!  Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Hasta los paganos se portan así! Vosotros, pues, sed perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto.

Comentario del Evangelio

Amar a los que nos odian. En este texto evangélico, la propuesta que ayer vimos llega hasta el extremo: amar a los que nos odian, orar por los que nos persiguen. Pero nos da el motivo: participar en la filiación de Jesús y en la Misión de Jesús; porque no se trata ya simplemente de hacer algo distinto a lo que hacen los paganos, o los no creyentes, se trata de introducir un principio nuevo de vida donde hay muerte, un principio de reconciliación donde reina la división. Porque la justicia humana que se expresa en el dicho “ama a tú prójimo y odia a tú enemigo” pierde de vista el plan de Dios, que es hacer, de todos, una familia. Los cristianos, aceptando la fe, nos comprometemos con la misión de Jesús para ser hijos de un Padre único y para hacer, de todos los seres humanos, una sola familia.

Lecturas del día

Carta II de San Pablo a los Corintios 8,1-9

Ahora, hermanos, queremos informarles acerca de la gracia que Dios ha concedido a las Iglesias de Macedonia. Porque, a pesar de las grandes tribulaciones con que fueron probadas, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad. ellos nos pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este servicio en favor de los hermanos de Jerusalén. Y superando nuestras esperanzas, ellos se entregaron, en primer lugar al Señor, y luego a nosotros, por la voluntad de Dios.

Por eso, hemos rogado a Tito que lleve a feliz término entre ustedes esta obra de generosidad, de la misma manera que la había comenzado. Y ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en elocuencia, en ciencia, en toda clase de solicitud por los demás, y en el amor que nosotros les hemos comunicado, espero que también se distingan en generosidad. Esta no es una orden: solamente quiero que manifiesten la sinceridad de su amor, mediante la solicitud por los demás. Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza.

Salmo 146(145),2.5-6.7.8-9a

Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré al Señor.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:

él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
Él mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos

y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
Abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados,

el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor protege a los extranjeros

Comentario de san Cesáreo de Arlés (470-543)   Amad a vuestros enemigos (Mt 5,44)

Queridos hermanos, nadie puede dispensarse de amar a los enemigos. Alguien me puede decir: “Yo no puedo ayunar, no puedo orar durante la noche.” ¿Se puede decir: no puedo amar? Uno puede decir: “No puedo dar todos mis bienes a los pobres y servir a Dios en un monasterio”, pero no se puede decir: “yo no puedo amar.”

Tú me dirás: “Yo no me puedo privar de los bienes y de los alimentos.” Yo te lo creo, pero si tú dices que no puedes perdonar a los que te han hecho daño, no te lo creo en absoluto. No tenemos ninguna excusa de no hacerlo porque debemos cumplir esta limosna sacándola no del tesoro de nuestros bienes sino de nuestro corazón. Amemos, pues, no solamente a los amigos sino también a los enemigos…

Pero tú me dirás: “Mi enemigo me ha hecho tanto mal que de ninguna manera le puedo amar.” Tú miras lo que te hizo este hombre y no miras lo que tú has hecho a Dios. ¡Examina atentamente tu conciencia: tú has cometido sin darte cuenta muchas más faltas contra Dios que un hombre haya cometido contra ti. ¿Con qué osadía esperas, pues, que Dios te perdone lo mucho cuando tú no perdonas lo poco?

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