Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará

Evangelio según San Juan 10,1-10

Jesús dijo a los fariseos: Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz. Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.

Comentario del Evangelio

El pastor llama a cada oveja por su nombre.
¡Qué extraordinario es el amor que Jesús nos ofrece! Las dos comparaciones del Evangelio son de una intensidad impresionante para expresar ese amor. Jesús se describe como el Pastor y como la Puerta. No es un Pastor cualquiera. Es un Pastor que conoce a las ovejas por su nombre, que conoce a las que son suyas, que las hace entrar y salir, que camina delante de ellas. El cuidado que tiene Jesús con nosotros es insuperable. Al mismo tiempo, también es la Puerta. Quien entra por esa Puerta está a salvo de ladrones y salteadores. Ha venido realmente para que tengamos vida y para que esa vida desborde en nosotros. Señor : No soy más que una pequeña oveja de tu rebaño, . Llámame cuando veas que me extravío y hazme volver a tu Camino.

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,14.36-41

El día de Pentecostés, Pedro poniéndose de pie con los Once, levantó la voz y dijo: “Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. Por eso, todo el pueblo de Israel debe reconocer que a ese Jesús que ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías”. Al oír estas cosas, todos se conmovieron profundamente, y dijeron a Pedro y a los otros Apóstoles: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”. Pedro les respondió: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar”. Y con muchos otros argumentos les daba testimonio y los exhortaba a que se pusieran a salvo de esta generación perversa. Los que recibieron su palabra se hicieron bautizar; y ese día se unieron a ellos alrededor de tres mil.

Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

Epístola I de San Pedro 2,20-25

En efecto, ¿qué gloria habría en soportar el castigo por una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.

Oracion de santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)   Jesús, Buen Pastor, cuídame

¡Qué tu divino poder, tu sabiduría y bondad, mi Dios, mi dulce amor, me bendigan! ¡Qué me hagan caminar en tu seguimiento con voluntad solícita, renunciar a mí mismo sinceramente y te siga de la manera más perfecta con corazón, espíritu y alma entusiastas. (…) “Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor” (Sal 33,12).

¡Ah Jesús, Buen Pastor, haz que escuche y reconozca tu voz, libérame de lo que me impide ser tuya! ¡Levántame con tus brazos, hazme descansar sobre tu pecho, a mí, tu oveja hecha fecunda por tu Espíritu! Enséñame cómo temerte, muéstrame cómo amarte, dime cómo seguirte. (…) “Tú que vives al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Todopoderoso” (Sal 90,1).

Protector de mi alma y refugio en la desgracia, defiéndeme en toda tentación, rodéame del escudo de la verdad. Permanece conmigo en todas mis tribulaciones: tú que eres mi esperanza, defiéndeme siempre de los peligros del cuerpo y del alma y protégeme. (…) Amén

JOIN OUR NEWSLETTER
Acepto recibir correos.
¿Quiere estar siempre al día? Ingrese su nombre y correo
We hate spam. Your email address will not be sold or shared with anyone else.

Su comentario