Yo quiero misericordia y no sacrificios

Yo quiero misericordia y no sacrificios

Evangelio según San Mateo 12,1-8

Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado. Pero él les respondió: ¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes?

¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta?  Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa:

Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado.

Comentario del Evangelio

¡Misericordia quiero y no sacrificios!” ¿Sabemos ya lo que significa la misericordia? Lo más fácil es convertirnos en guardianes de la ley, observantes del sacrificio y analfabetos en misericordia. Pero cuando nos escandalizamos con lo que nos parecen excesos de misericordia, Jesús nos recuerda que no son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. El papa Francisco nos exhorta a descubrir la misericordia en el presente de la Iglesia y del mundo. Dice: “La misericordia del Señor es un misterio; pero el mayor misterio, el más hermoso, es el corazón de Dios. El que quiera llegar de verdad al corazón de Dios, que siga el camino de la misericordia y se deje tratar con misericordia”

Lecturas del dia

Libro de Isaías 38,1-6.21-22.7-8

Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: Así habla el Señor: Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más. Ezequías volvió su rostro hacia al pared y oró al Señor, diciendo: ¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón y que hice lo que es bueno a tus ojos. Y Ezequías se deshizo en llanto. Entonces la palabra del Señor llegó a Isaías en estos términos: Ve a decir a Ezequías: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo añadiré otros quince años a tu vida; te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad.

Luego dijo Isaías: Traigan un emplasto de higos; aplíquenlo sobre la úlcera, y el rey sanará. Ezequías respondió: ¿Cuál es la señal de que podré subir a la Casa del Señor? Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: En el reloj de sol de Ajaz, yo haré retroceder diez grados la sombra que ha descendido”. Y el sol retrocedió en el reloj los diez grados que había descendido.

Libro de Isaías 38,10.11.12abcd.16

Yo decía: En lo mejor de mis días
me tengo que ir:
he sido destinado a las puertas del Abismo
por el resto de mis años.

Yo decía: Ya no contemplaré al Señor
en la tierra de los vivientes;
no veré más a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Arrancan mi morada y me la arrebatan,
como una carpa de pastores.
Como un tejedor, yo enrollaba mi vida,
pero él me corta de la trama:

Los que el Señor protege, vivirán,
y su espíritu animará todo lo que hay en ellos:
tú me restablecerás y me harás revivir.

Epístola llamada de Bernabé (c. 130)    Aquí hay alguien mayor que el Templo

Pasando a otro punto, también acerca del sábado, les dice: “Vuestros novilunios y vuestros sábados no los aguanto”. (Is 1,13). Mirad cómo dice: No me son aceptos vuestros sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos.

Quiero también hablaros acerca del templo, cómo extraviados los miserables confiaron en el edificio y no en su Dios que los creo,… Examinemos si existe un templo de Dios: Existe, ciertamente, allí donde Él mismo dice que lo ha de hacer y perfeccionar. Está, efectivamente, escrito: Y será, cumplida la semana, que se edificará el templo de Dios gloriosamente en el nombre del Señor.

Constato, pues, que existe un templo. ¿Cómo se edificará en el nombre del Señor? Aprendedlo. Antes de creer nosotros en Dios, la morada de nuestro corazón era corruptible y flaca, como templo verdaderamente edificado a mano, pues estaba llena de idolatría y era casa de demonios, porque no hacíamos sino cuanto era contrario a Dios. Mas se edificará en el nombre del Señor.

Atended a que el templo del Señor se edifique gloriosamente. ¿De qué manera? Aprendedlo. Después de recibido el perdón de los pecados, y por nuestra esperanza en el Nombre, fuimos hechos nuevos, creados otra vez desde el principio. Por lo cual, Dios habita verdaderamente en nosotros, en la morada de nuestro corazón.

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