Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos

Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos

Evangelio según san Mateo 11,28-30

Jesús tomó la palabra y dijo: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Comentario

Las palabras de Jesús son palabras muy oportunas para el hoy, en donde, a veces, están presentes formas de religiosidad que resultan pesadas y no una respuesta al mensaje del evangelio. Jesús no nos dice que eliminará nuestros problemas, pero sí que nos aliviará. No es lo mismo un sufrimiento sin sentido como un dolor con sentido. Debemos entender que Jesús nos llama para que nosotros le entreguemos nuestro cansancio y agobio. Hoy nos preguntamos:

¿Cumplir las normas son un yugo para mí?
¿Seguir a Jesús es agobiante?
¿Me siento feliz siguiendo a Jesús?

Lecturas del día

Libro de Isaías 26,7-9.12.16-19

La senda del justo es recta, tu allanas el sendero del justo. Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma. Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia. Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos.

En medio de la angustia, Señor. acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo. Como la mujer embarazada, que está por dar a luz, se refuerce y da gritos de dolor, así éramos nosotros delante de ti, Señor. Hemos concebido, nos hemos retorcido, y no dimos a luz más que viento. ¡No hemos traído la salvación a la tierra, no le nacieron habitantes al mundo!  Pero tus muertos revivirán, se levantarán sus cadáveres. ¡Despierten y griten de alegría los que yacen en el polvo! Porque tu rocío es un rocío de luz, y la tierra dará vida a las Sombras.

Salmo 102(101),13-14ab.15.16-18.19-21

Tú, Señor, reinas para siempre,
y tu Nombre permanece eternamente.
Tú te levantarás, te compadecerás de Sión,
porque ya es hora de tenerle piedad,
tus servidores sienten amor por esas piedras
y se compadecen de esas ruinas.

Las naciones temerán tu Nombre, Señor,
y los reyes de la tierra se rendirán ante tu gloria:
cuando el Señor reedifique a Sión
y aparezca glorioso en medio de ella;
cuando acepte la oración del desvalido
y no desprecie su plegaria.

Quede esto escrito para el tiempo futuro
y un pueblo renovado alabe al Señor:
porque él se inclinó desde su alto Santuario
y miró a la tierra desde el cielo,
para escuchar el lamento de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Mensaje de santa Teresa de Calcuta (1910-1997) Mi yugo es llevadero

Dios lleva en sí mismo una gran humildad. Puede abajarse hacia gente como nosotros y hacerse dependiente de nosotros por actos tan simples como vivir, crecer, dar fruto. Hubiera podido hacerlo totalmente sin nosotros. Y sin embargo se abajó hasta nosotros, ha llevado a cada uno de nosotros hasta aquí, para llamarnos a vivir todos juntos y formar esta comunidad.

Si hubierais rechazado la llamada, él no lo hubiera podido hacer. En efecto, la hubiéramos podido rechazar; cada uno hubiera podido decir no. Dios hubiera esperado pacientemente a que alguno dijera que sí.

Esto me lo hace comprender Jesús cuando dice: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón». Ha querido que nos convenzamos que nuestra llamada es verdaderamente un don del mismo Dios.

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