Evangelio según San Mateo 5,20-26
En aquel tiempo dijo Jesús: Porque os digo que si no superáis a los maestros de la ley y a los fariseos en hacer lo que es justo delante de Dios, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que a vuestros antepasados se les dijo: No mates, pues el que mata será condenado. Pero yo os digo que todo el que se enoje con su hermano será condenado; el que insulte a su hermano será juzgado por la Junta Suprema, y el que injurie gravemente a su hermano se hará merecedor del fuego del infierno. Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda. Si alguien quiere llevarte a juicio, procura ponerte de acuerdo con él mientras aún estés a tiempo, para que no te entregue al juez; porque si no, el juez te entregará a los guardias y te meterán en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último céntimo.
Comentario del evangelio
La enseñanza de Jesús nos invita a entrar a fondo en el propio corazón. No me pregunta solamente si no he matado. Enojarse con alguien ya es una raíz de muerte, es como desear que el otro desaparezca, que deje de existir. Jesús invita también a mirar el otro lado de la realidad. Puedo preguntarme qué tengo yo contra los demás, para tratar de perdonarlos. Pero ¿y si los demás tienen algo contra mí? ¿Y si mi forma de tratarlos les ha hecho daño? ¿Y si mi mirada los ha hecho sentir despreciados? Hoy el Evangelio te invita a preguntarte si “tu hermano tiene algo contra ti”. Ninguna ofrenda que quieras presentarle a Dios tendrá valor si no eres capaz de hacerte esa pregunta para tratar de sanar tu relación con los demás.
Lecturas del día
Primer Libro de los Reyes 18,41-46
Elías dijo a Ajab: Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia. Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. Y dijo a su servidor: Sube y mira hacia el mar. El subió, miró y dijo: No hay nada. Elías añadió: Vuelve a hacerlo siete veces. La séptima vez, el servidor dijo: Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”. Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida. El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.
Salmo 65(64),10.11.12-13
Visitas la tierra, la haces fértil
y la colmas de riquezas;
los canales de Dios desbordan de agua,
y así preparas sus trigales:
riegas los surcos de la tierra,
emparejas sus terrones;
la ablandas con aguaceros
y bendices sus brotes.
Tú coronas el año con tus bienes,
y a tu paso rebosa la abundancia;
rebosan los pastos del desierto
y las colinas se ciñen de alegría.
Comentario del Evangelio por San Juan Crisóstomo (c. 345-407) Ve primero a reconciliarte con tu hermano
La Iglesia no existe para que viniendo permanezcamos divididos, pero para que nuestras divisiones se apaguen; es el sentido de la asamblea. Si es para la eucaristía que venimos, no hagamos actos que contradigan la eucaristía, no le causemos pena a nuestro hermano. Vengamos a dar gracias por los favores recibidos: no se separen de su prójimo.
Es a todos sin distinción que Cristo ofrece su cuerpo diciendo: «Tomen y coman todos». ¿Por qué no admiten a todos en su mesa?…Hacen memoria de Cristo, ¿y desprecian al pobre?…Comparten ese alimento divino; deben ser más compasivos con los hombres. Bebieron la sangre del Señor ¿y no reconocen a su hermano? Incluso si lo han desconocido hasta ahora, deben reconocerlo en esta mesa. Todos debemos estar en la Iglesia como en una misma casa: formamos un solo cuerpo. Tenemos un solo bautismo, una misma mesa, una misma fuente, y también un solo Padre (Ef 4:5; 1Cor 10:17).