Ustedes son mis amigos

Ustedes son mis amigos

Evangelio según San Juan 15,9-17

En aquel tiempo dijo Jesús: Yo os amo como el Padre me ama a mí; permaneced, pues, en el amor que os tengo. Si obedecéis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os hablo así para que os alegréis conmigo y vuestra alegría sea completa. Mi mandamiento es éste: Que os améis unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que el que a uno le lleva a dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os he escogido a vosotros y os he encargado que vayáis y deis mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Esto es, pues, lo que os mando: Que os améis unos a otros.

Comentario del Evangelio

Jesús nos habla de su amor: “Yo os amo como el Padre me ama a mí”. Ese amor inmenso es una prolongación del amor que viene del Padre. Es amor que da gozo, alegría que colma el corazón: “os hablo así para que os alegréis conmigo y vuestra alegría sea completa”. Ser discípulo de Jesús es una celebración, por más dura que sea la vida. Porque Jesús ofrece el amor del amigo que no abandona y que hace fiesta en cada encuentro. Pero Jesús es, también, un amigo que nos promueve, que nos invita a sacar lo mejor de nosotros mismos amando a los demás. ¿Estás optando realmente por el amor, o eso ha quedado en el pasado? ¿Te estás dejando amar por Jesús para que ese amor se pueda irradiar a tu alrededor?

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 10,25-26.34-35.44-48 

Cuando Pedro entró, Cornelio fue a su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: Levántate, porque yo no soy más que un hombre. Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él. Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo: ¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros? Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.

Salmo 98(97),1.2-3ab.3cd-4

Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

Epístola I de San Juan 4,7-10

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.

Comentario del Evangelio por San Vicente de Paúl (1581-1660)   Ámense los unos a los otros

La manera de observar su reglamento es viviendo con gran cordialidad y caridad las unas hacia las otras. Las personas que han sido escogidas para efectuar un mismo ejercicio deben también estar unidas en toda cosa. Estas hijas han sido escogidas para cumplir un propósito; sin embargo el edificio no durará si no se aman las unas a las otras, es ese vínculo el que impedirá que se derrumbe. Nuestro Señor dijo a sus Apóstoles: «Ustedes, mis apóstoles, si desean el propósito que he tenido de toda la eternidad, manténganse en gran caridad.»

Hijas mías, ustedes están inválidas, es cierto, pero soporten las imperfecciones las unas de las otras. Si no lo hacen, el edificio se derrumbará, y otras serán puestas en sus lugares. Y porque puede haber antipatías, será bueno que cambien, con el permiso de los superiores, y el buen gusto de las damas superioras. San Pedro, San Pablo y san Bernabé tuvieron diferencias. Es por esto que no hay que sorprenderse si unas pobres niñas inválidas como ustedes pueden tener también tenerlas. Se debe tener la disposición de ir adónde quiera que les ordenen ir, e incluso pedirlo y decir: «Yo no soy ni de aquí ni de allá, sino de cualquier lugar adónde a Dios le agrade que esté.»

 

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