Ustedes estarán tristes pero esa tristeza se convertirá en gozo

Ustedes estarán tristes pero esa tristeza se convertirá en gozo

Evangelio según san Juan 16,16-20

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver. Entonces algunos de sus discípulos comentaban entre sí: ¿Qué significa esto que nos dice: Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver? ¿Y qué significa: Yo me voy al Padre? Decían: ¿Qué es este poco de tiempo? No entendemos lo que quiere decir. Jesús se dio cuenta de que deseaban interrogarlo y les dijo: Ustedes se preguntan entre sí qué significan mis palabras: Dentro de poco, ya no me verán, y poco después, me volverán a ver. Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo”.

Comentario del Evangelio

La vida del seguidor de Jesús está expuesta a diversas circunstancias donde hay alegrías y dolores. Esta experiencia humana explica muy bien las palabras de Jesús en el evangelio de hoy pero la promesa no es para verlo con los ojos del cuerpo o con la inteligencia, sino con la mirada del amor y la fe que nos permite reconocer su presencia, aún en los momentos más difíciles y oscuros de nuestra vida. Hoy nos invita a aprender que la Fe en Él consiste en saber que su presencia está siempre con nosotros, a pesar de que físicamente no lo veamos. Hoy nos preguntamos:

¿Qué efecto tienen en nuestra vida estas palabras de Jesús?
¿Cómo vivo mis situaciones de tristeza y de angustia?
¿Me uno a Jesús en mi caminar diario en este mundo?

Lecturas del día

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 18, 1-8

Pablo dejó Atenas y fue a Corinto. Allí encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su mujer Priscila, a raíz de un edicto de Claudio que obligaba a todos los judíos a salir de Roma. Pablo fue a verlos, y como ejercía el mismo oficio, se alojó en su casa y trabajaba con ellos haciendo tiendas de campaña. Todos los sábados, Pablo discutía en la sinagoga y trataba de persuadir tanto a los judíos como a los paganos.

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó por entero a la predicación de la Palabra, dando testimonio a los judíos de que Jesús es el Mesías. Pero como ellos lo contradecían y lo injuriaban, sacudió su manto en señal de protesta, diciendo: “Que la sangre de ustedes caiga sobre sus cabezas. Yo soy inocente de eso; en adelante me dedicaré a los paganos”.

Entonces, alejándose de allí, fue a la casa de un tal Ticio Justo, uno de los que adoraban a Dios y cuya casa lindaba con la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. También muchos habitantes de Corinto, que habían escuchado a Pablo, abrazaron la fe y se hicieron bautizar.

Salmo 97, 1-4

Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.

El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.

Los confines de la tierra
han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.

 

Homilía de san Bernardo (1091-1153)  Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

“Al ir iban llorando, llevando la semilla” ¿Van a llorar siempre? Ciertamente no: “Al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas” (Sal 125,8). Y tendrán razón de alegrarse porque traerán gavillas de gloria. Pero, me diréis, eso no llegará hasta el último día, cuando la resurrección, y la espera es muy larga. No perdáis el ánimo, no cedáis a estos infantilismos. Esperando, recibiréis “las primicias del Espíritu” (2Co 1,22), suficientes para sembrar desde hoy en el gozo.

Sembrad en justicia, dice el Señor, y cosecharéis la esperanza de la vida. Ya no os envía al último día, en el que todo os será dado realmente y ya no sólo en esperanza. Os habla del presente. Ciertamente, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando empezará la verdadera vida. Pero la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gozo ya desde ahora.

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