Evangelio según san Lucas 21,5-9
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”. Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.
Comentario del Evangelio
El discurso de Jesús es llamado Discurso Apocalíptico. Es un largo discurso, que será el asunto de los evangelios de los próximos días. Jesús era también, un gran profeta pues estaba en sintonía con las señales de su tiempo y con el corazón del pueblo, especialmente los más pequeños y desposeídos. No hay nada más grande y poderoso que Dios. Hoy nos podemos preguntar:
¿Qué sentimiento te habitaba durante la lectura del evangelio de hoy?
¿Sentimiento de miedo o de paz?
¿Sobre qué estás construyendo tu vida?
Lecturas del dia
Libro de Daniel 2,31-45
Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante. Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla.
Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó.Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra.
Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey.
Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria;
él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú. Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo – como el hierro que destroza – él los triturará y destrozará a todos ellos.
También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez de hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla.
Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre, porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe”.
Libro de Daniel 3,57.58.59.60.61
Todas las obras del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Ángeles del Señor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todas las aguas que están sobre los cielos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todos los ejércitos celestiales, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Oracion de santa Teresa Benedicta de la Cruz ¡Alabad a Dios en su templo…que todo ser viviente alabe al Señor!
En la Antigua Alianza ya existía una cierta comprensión del carácter eucarístico de la oración. La obra prodigiosa de la tienda de la alianza (Ex 25) como, más tarde, la del templo de Salomón, fue considerada como la imagen de toda la creación reunida entorno a su Señor para adorarlo y servirle… Así mismo, según el relato de la creación, el cielo ha sido desplegado como un toldo, los entramados constituían las paredes de la tienda. Así como las aguas de debajo de la tierra fueron separadas de las de encima de la tierra, la cortina del templo separaba el lugar santo del espacio exterior…
El candelabro de siete brazos es figura de las luminarias del cielo. Los corderos y los pájaros representan la creación de los seres vivos que pueblan el agua, la tierra y los aires. Y del mismo modo que la tierra fue confiada al cuidado del hombre, al gran sacerdote le compete estar en el santuario…
En el lugar del templo de Salomón, Cristo ha construido un templo de piedras vivas (1Pe 2,5), la comunión de los santos. Cristo está en su centro como el sumo sacerdote eterno y sobre el altar está él mismo como sacrificio ofrecido eternamente. Toda la creación participa de esta liturgia solemne: los frutos de la tierra como ofrendas misteriosas, las flores y los candelabros, los tapices y la cortina del templo, el sacerdote consagrado así como unción y bendición de la casa de Dios.
Los querubines no están tampoco ausentes. Sus figuras esculpidas por los artistas montan guardia junto al Santísimo. Ahora, los monjes, imágenes vivientes de los ángeles, hacen guardia alrededor del altar para que la alabanza a Dios no cese nunca, ni en la tierra ni en el cielo… Sus cantos de alabanza matutina despiertan la creación desde la aurora para que se una toda ella a enaltecer al Señor: montañas y colinas, ríos y corrientes de agua, mares y vientos, así como todo lo que se mueve en ellos, lluvia y nieve, todos los pueblos de la tierra, todos los hombres de todas las condiciones y de todas las razas, y por fin, los habitantes del cielo, los ángeles y los santos (Dn 3,57-90)…
Nos debemos unir, en la liturgia, a esta alabanza eterna de Dios. “Nosotros” ¿quiénes somos nosotros? No se trata solamente de los monjes y monjas…, sino de todo el pueblo cristiano.