Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Evangelio según San Marcos 3,31-35

Entonces llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera. El les respondió: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Comentario del Evangelio

Pienso en aquella frase de santo Tomás de Aquino, cuya memoria celebramos hoy: “La santidad no consiste en saber mucho, meditar mucho y pensar mucho. El gran misterio de la santidad es amar mucho”. El evangelio de hoy es testigo de la enorme capacidad de amar de Jesús, y de amarnos a nosotros. Jesús está dispuesto a establecer los vínculos de amor que habitualmente nos ligan con nuestros parientes, con la madre y con los hermanos –que son vínculos sagrados–, con cuantos hagan realidad en sus vidas la voluntad de Dios. ¡A qué misterio admirable de amor nos abre Jesús!

Lecturas del  día  

Segundo Libro de Samuel 6,12-15.17-19

Cuando informaron a David: “El Señor ha bendecido a la familia de Obededóm y todos sus bienes a causa del Arca de Dios”, David partió e hizo subir el Arca de Dios desde la casa de Obededóm a la Ciudad de David, con gran alegría. Los que transportaban el Arca del Señor avanzaron seis pasos, y él sacrificó un buey y un ternero cebado. David, que sólo llevaba ceñido un efod de lino, iba danzando con todas sus fuerzas delante del Señor. Así, David y toda la casa de Israel subieron el Arca del Señor en medio de aclamaciones y al sonido de trompetas.

Luego introdujeron el Arca del Señor y la instalaron en su sitio, en medio de la carpa que David había levantado para ella, y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión delante del Señor. Cuando David terminó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre del Señor de los ejércitos. Después repartió a todo el pueblo, a toda la multitud de Israel, hombres y mujeres, una hogaza de pan, un pastel de dátiles y uno de pasas de uva por persona. Luego todo el pueblo se fue, cada uno a su casa.

Salmo 24(23),7.8.9.10

¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria!

¿Y quién es ese Rey de la gloria?
Es el Señor, el fuerte, el poderoso,
el Señor poderoso en los combates.

¡Puertas, levanten sus dinteles,
levántense, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria!

¿Y quién es ese Rey de la gloria?
El Rey de la gloria es
el Señor de los ejércitos.

De  la oración del MonjeEvagrio Póntico (345-399)  ¡Qué se haga en mí tu voluntad!

No reces por el cumplimiento de tu voluntad, ella no corresponde necesariamente a la voluntad de Dios. Más bien, siguiendo la enseñanza recibida, reza diciendo: “¡Qué tu voluntad se haga en mí!” (Mt 6,10). Así, pídele que se haga su voluntad en todo, ya que quiere el bien y lo útil para tu alma. Aunque tú no buscas siempre eso.

En mis oraciones, seguido, pedí que se cumpliera lo que yo estimaba bueno para mí. Me obstinaba en la demanda, violentando tontamente la voluntad de Dios, en vez de dejarlo que ordenase lo que él sabía que era útil para mí. Cuando recibía lo que yo había pedido, veía que el objeto de mi oración no era como me lo había figurado. Grande era entonces mi decepción por no haber querido que se cumpliera más bien la voluntad de Dios sino que se cumpliera de preferencia la mía.

¿Qué existe bueno, sino Dios? En consecuencia, abandonémosle todo lo que nos concierne y estaremos bien. Ya que siendo bueno, es proveedor de dones excelentes. No te aflijas si no recibes inmediatamente de Dios lo que pides. Es porque quiere hacerte mayor bien por tu perseverancia de permanecer con él en la oración. ¿Qué puede haber de más elevado que conversar con él y ser absorbido en su intimidad? (…) No quieras que lo que te concierne se solucione según tus ideas sino según el deseo de Dios. Entonces, no tendrás dificultades en tu oración y estarás lleno de reconocimiento.

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