Evangelio según san Mateo 12,46-50
Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte. Jesús le respondió: ¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos? Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
Comentario
El evangelio de hoy nos relata un episodio que en cierto sentido nos cuesta comprender. Sin embargo, Jesús no reniega de su familia. Al contrario, amplía el concepto de madre y hermanos porque implica el amor a muchos bajo una sola forma de comprender la maternidad y la fraternidad: cumpliendo la voluntad del Padre del cielo. La voluntad de Dios, es comprender su compasión y misericordia como lenguaje también humano. Hoy Jesús nos llama hermanos y hermanas. Hoy nos preguntamos:
¿Somos hoy parte de la familia de Dios?
¿Quiénes son mis hermanos y mis hermanas?
¿Me ven otros en mi como a un hermano?
Lecturas del día
Libro de Miqueas 7,14-15.18-20
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.
Salmo 85(84),2-4.5-6.7-8
Fuiste propicio, Señor, con tu tierra,
cambiaste la suerte de Jacob;
perdonaste la culpa de tu pueblo,
lo absolviste de todos sus pecados;
reprimiste toda tu indignación
y aplacaste el ardor de tu enojo.
¡Restáuranos, Dios, salvador nuestro;
olvida tu aversión hacia nosotros!
¿Vas a estar enojado para siempre?
¿Mantendrás tu ira eternamente?
¿No volverás a darnos la vida,
para que tu pueblo se alegre en ti?
¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación!
Mensaje de san Pío de Pietrelcina (1887-1968) El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre
María, la Madre de Jesús sabía bien que la redención se realizaría por la muerte de su hijo; y a pesar de ello ¡cuánto lloró y sufrió!
Si el Señor se os manifiesta, dadle gracias; y si se esconde, haced lo mismo; todo eso no es más que un juego de amor. Que la Virgen María en su gran bondad continúe alcanzándoos del Señor la fuerza para soportar sin doblegaros las numerosas pruebas de amor que él os da. Deseo que lleguéis incluso a morir con él en la cruz, y que con él podáis llegar a exclamar: «Todo se ha cumplido.» (Jn 19,30)