Todo el que ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado

Todo el que ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado

Evangelio según san Lucas 14,1.7-11

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: ‘Déjale el sitio’, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate más’, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.

Comentario del Evangelio

Jesús, después de haber enseñado la verdadera forma de glorificar a Dios en el sábado con la curación del hidrópico, continúa ahora su enseñanza partiendo por las normas de protocolo en los grandes banquetes como los de las bodas. El Señor toma este ejemplo para indicar la verdadera actitud del que está invitado al Reino de Dios. La actitud de los discípulos debe ser de humildad, porque lo que importa es que sólo así se puede ser grande a los ojos de Dios. Hoy nos preguntamos:

¿En la vida busco el reconocimiento de los demás?
¿Busco siempre estar por encima de los demás?
¿He aprendido a ser pequeño (a) y humilde como nos enseña Jesús?

Lecturas del dia

Carta de San Pablo a los Romanos 11,1-2a.11-12.25-29

Entonces me pregunto: ¿Dios habrá rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín. Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. ¿Ustedes no saben acaso lo que dice la Escritura en la historia de Elías? El se quejó de Israel delante de Dios, diciendo: Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel.

Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total?
Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos. Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: De Sión vendrá el Libertador. El apartará la impiedad de Jacob. Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados.

Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres. Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.

Salmo 94(93),12-13a.14-15.17-18

Feliz el que es educado por ti, Señor,
aquel a quien instruyes con tu ley,
para darle un descanso
después de la adversidad,

Porque el Señor no abandona a su pueblo
ni deja desamparada a su herencia:
la justicia volverá a los tribunales
y los rectos de corazón la seguirán.

Si el Señor no me hubiera ayudado,
ya estaría habitando en la región del silencio.
Cuando pienso que voy a resbalar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;

Enseñanza de beato María-Eugenio del Niño Jesús Dios da a los humildes la gracia de la contemplación

La contemplación sobrenatural es un don gratuito de la misericordia divina. Sólo Dios puede poner en acción los dones del Espíritu Santo que producen la contemplación, perfeccionando el ejercicio de la fe. (…) Únicamente la humildad puede atraer los dones de la misericordia divina, ya que Dios resiste a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Para llegar a la contemplación, una actitud humilde será más útil que los esfuerzos más violentos. Esta actitud humilde consistirá concretamente en “comportarnos como pobres necesitados, en presencia de un gran rico monarca”, adoptar formas modestas de oraciones “activas” y esperar, con paciente y apacible labor, que Dios nos eleve a oraciones “pasivas”: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. La parábola evangélica se aplica a la letra a la vida de oración: para ser elevado a la contemplación, hay que ponerse humildemente en el último lugar entre los espirituales. En ese lugar, es bueno desear los medios más elevados y rápidos para la unión perfecta, pero guardándose de todo esfuerzo presuntuoso para procurarla por sí mismo. (…) Tal fue la oración perfecta de la Virgen María, totalmente iluminada y abrasada por los fuegos divinos. Su fe apacible y ardiente parecía ignorar las riquezas que ella poseía, para ir más lejos en la sombra luminosa del Espíritu Santo que la envolvía y penetraba.

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