Somos siervos inutiles

Somos siervos inutiles

Evangelio según San Lucas 17,7-10

En aquel tiempo dijo Jesús: Si uno de vosotros tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: Pasa y siéntate a comer? No, sino que le dice: Prepárame la cena y estate atento a servirme mientras como y bebo. Después podrás tú comer y beber. Y tampoco da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. Igualmente vosotros, cuando ya hayáis hecho todo lo que Dios os manda deberéis decir: Somos servidores inútiles; no hicimos más que cumplir con nuestra obligación.

Comentario del Evangelio

Recibimos la vida como un regalo. Cada segundo es un don que no hemos comprado. Si Dios dejara de actuar, nos desvaneceríamos en la nada y todas nuestras capacidades desaparecerían. Por eso nuestra actitud debería ser siempre humilde y agradecida. Somos servidores, y no podemos pretender que Dios esté a nuestro servicio. Sin embargo, llevamos dentro un adolescente caprichoso que piensa que hasta el mismo Dios está obligado a pagarle por cualquier cosa buena que haga. Así perdemos el sentido común. Recordemos las preguntas de san Pablo: “¿Qué tienes que Dios no te haya dado? Y si él te lo ha dado, ¿por qué presumes como si lo hubieras conseguido por ti mismo?” (1Co 4,7). Mejor hagamos como Jesús, que se arrodilló ante sus propios discípulos y les lavó los pies (ver Jn 13,5).

Lecturas del día

Carta de San Pablo a Tito 2,1-8.11-14

Querido hermano: En cuanto a ti, debes enseñar todo lo que es conforme a la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, dignos, moderados, íntegros en la fe, en el amor y en la constancia. Que las mujeres de edad se comporten como corresponde a personas santas. No deben ser murmuradoras, ni entregarse a la bebida. Que por medio de buenos consejos, enseñen a las jóvenes a amar a su marido y a sus hijos, a ser modestas, castas, mujeres de su casa, buenas y respetuosas con su marido. Así la Palabra de Dios no será objeto de blasfemia.

Exhorta también a los jóvenes a ser moderados en todo, dándoles tú mismo ejemplo de buena conducta, en lo que se refiere a la pureza de doctrina, a la dignidad, a la enseñanza correcta e inobjetable. De esa manera, el adversario quedará confundido, porque no tendrá nada que reprocharnos. Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.

Salmo 37(36),3-4.18.23.27.29

Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.

El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:

Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.

Comentario de San Agustín (354-430)   Ser Servidor

El obispo, que está a su cabeza, es su servidor… Que el Señor nos dé, pues, con la ayuda de sus oraciones, ser y permanecer hasta el final siendo aquello que quieren que seamos…; que nos ayude a cumplir lo que él nos ha encargado. Pero sean quien seamos, no pongan en nosotros su esperanza. Me permito decirles esto en calidad de obispo: quiero regocijarme por ustedes y no llenarme de orgullo… Hablo ahora al pueblo de Dios en nombre de Cristo, hablo en la Iglesia de Dios, hablo como pobre siervo de Dios: no pongan su esperanza en nosotros, no pongan su esperanza en los hombres. ¿Que somos buenos? Somos servidores. ¿Que somos malos? Seguimos siendo servidores. Pero los buenos, los fieles servidores son los verdaderos servidores.

¿Cuál es nuestro servicio? Pongan atención: Si tienen hambre, y no desean ser ingratos, observen de qué bodega sacamos las provisiones; pero el plato en el se sirve aquello de lo que tienen avidez de comer, ese no lo miren. «En una gran casa, no hay sólo vajilla de oro y plata, hay también vajilla de arcilla» (2Tm 2,20). ¿Su obispo es similar a un plato de plata, a un plato de oro, o a un plato de arcilla? Tú, mira si este plato contiene pan, y de quién viene este pan, y quién lo da para que te lo sirvan. Observen quién es aquel del que yo hablo, quién me da el pan que se les sirve. Él es el pan: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo” (Jn 6,51). Servimos a Cristo, en lugar de Cristo…, para que él pueda llegar a ustedes y sea el juez de nuestro ministerio.

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