SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Evangelio según san Mateo 4,25.5,1-12

Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.”

Comentario del Evangelio

El texto que se nos presenta hoy corresponde a las bienaventuranzas que son la presentación del Reino en palabras, cuyo centro es el Padre Nuestro (lo veremos en el capítulo 6). Lo que hace Jesús con las bienaventuranzas es proponer un estilo de vida que se hace presente con la llegada del Reino de los cielos. Las primeras cuatro bienaventuranzas son una declaración de la alegría que tienen aquellos que se abren a la acción de Dios en sus vidas, las siguientes cuatro, están orientadas al comportamiento cristiano, o sea, actitudes que los discípulos debemos tener. Terminadas estas ocho que están en tercera persona plural, aparece la última que se dirige directamente a los discípulos que sufren persecución para alentarlos en la adversidad. Hoy nos preguntamos:
¿En mi vida camino de acuerdo a las bienaventuranzas?
¿Siento que voy a tener una gran recompensa?

Lecturas del dia

Apocalipsis 7,2-4.9-14

Yo, Juan, vi a otro Angel que subía del Oriente, llevando el sello del Dios vivo. Y comenzó a gritar con voz potente a los cuatro Angeles que habían recibido el poder de dañar a la tierra y al mar: “No dañen a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios”. Oí entonces el número de los que habían sido marcados: eran 144. 000 pertenecientes a todas las tribus de Israel.

Después de esto, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: “¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!”. Y todos los Angeles que estaban alrededor del trono, de los Ancianos y de los cuatro Seres Vivientes, se postraron con el rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: “¡Amén! ¡Alabanza, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios para siempre! ¡Amén! Y uno de los Ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde vienen los que están revestidos de túnicas blancas?”. Yo le respondí: “Tú lo sabes, señor”. Y él me dijo: “Estos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero”.

Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6

Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque El la fundó sobre los mares,
Él la afirmó sobre las corrientes del océano.

¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;

él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.

Epístola I de San Juan 3,1-3

Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a Él. Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es. El que tiene esta esperanza en Él, se purifica, así como Él es puro.

Tratado sobre la vida Balduino de Ford (¿-c. 1190) Creo en la comunión de los santos

Queridos hermanos, veamos detalladamente, todo aquello que concierne a nuestra vida en común, “conservando la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” por “la gracia de nuestro Señor Jesucristo y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo” (Ef 4,3; 2 Cor 13,13). La unidad del Espíritu procede del amor de Dios; de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el vínculo de la paz; de la comunión del Espíritu Santo, la comunión que es necesaria para aquellos que viven en común…

«Creo, Señor, en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos” (Credo). Esta es mi esperanza, mi confianza y mi seguridad en la confesión de mi fe… Si me das, Señor, “el amor y el amar a mi prójimo” (Mateo 22,37-39), aunque pocos son mis méritos, mi esperanza se eleva muy por encima. Estoy seguro de que a través de la comunión de la caridad, los méritos de los santos me serán de utilidad y por lo tanto la comunión de los santos supliran mi insuficiencia y mi imperfección… La caridad dilata nuestra esperanza en la comunión de los santos, en la comunión de recompensas. Pero esta vez se refiere al futuro: es la comunión de la gloria que se revelará en nosotros.

Hay, por tanto, tres tipos de comunión: comunión con la naturaleza, a la que se añadió la comunión de la culpa…, la comunión de la gracia, y, finalmente, la de la gloria. Por la comunión de gracia, la comunión de la naturaleza empieza a ser restaurada y la de la culpa queda excluida, pero por la comunión de la gloria, la de la naturaleza será reparada perfectamente y la cólera de Dios, será totalmente excluida, cuando “Dios enjugará toda lágrima de los ojos” de los santos (Is 25,8; Ap 21,4). Entonces todos los santos serán “un solo corazón y una sola alma” y “todas las cosas serán comunes,” porque Dios será «todo en todos” (Hechos 4:32, 1 Corintios 15:28). Para que logremos esta comunión y seamos uno, que “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos nosotros. Amén”.

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