Si no se hacen como niños…

Si no se hacen como niños…

Evangelio según San Mateo 18,1-5.10

En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: ¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos? Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos. El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mismo. Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial.

Comentario del Evangelio

Poner toda la confianza en Jesús

El camino continúa. Jesús llama a sus discípulos a estar con Él, a que le sigan. La meta merece la pena: el Reino de Dios, la plenitud capaz de saciar el hambre y la sed que todo ser humano lleva en lo más profundo de sí mismo. Pero no hemos de llamarnos a engaño; si de verdad queremos llegar hasta la meta, nuestro objetivo en la vida no puede ser tan sólo el de asegurar cosas como la casa, los padres y nuestros asuntos. Jesús nos invita a poner toda la confianza en Él; y, con Él, a poner la mirada en ese futuro que sólo Dios nos puede asegurar. Los ángeles, aquellos que continuamente ven el rostro de Dios y no cesan de alabarlo, nos alientan y nos guían en este caminar; nunca estamos solos.

Lecturas del día

Libro del Exodo 23,20-23

Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él. Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. Entonces mi ángel irá delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, los hititas, los perizitas, los cananeos, los jivitas y los jebuseos, y los exterminará.

Salmo 91(90),1-2.3-4.5-6.10-11

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque Él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.

Sermón de san Juan María Vianney (1786-1859)   Os enviaré a mi ángel

Aunque el buen Dios se baste a sí mismo, sin embargo emplea, para gobernar el mundo, el ministerio de sus ángeles… Si vemos a Dios cuidar con tanto esmero de nuestra vida, debemos concluir que nuestra alma es algo muy grande y muy precioso, para que emplee para su conservación y santificación todo lo que tiene de más grande en su tribunal. Nos dio a su Hijo para salvarnos; Este mismo Hijo… nos da a cada uno de nosotros, uno y hasta varios ángeles, que únicamente se ocupan de pedirle para nosotros las gracias y los socorros necesarios para nuestra salvación… ¡Oh, qué poco conoce el hombre lo que es, y el fin para qué ha sido creado! Leemos en la Escritura que el Señor decía a su pueblo: ” Voy a enviaros a mi ángel, con el fin de que os conduzca en todos vuestros pasos ” (Ex 23,20)…

Debemos invocar a menudo a nuestros ángeles de la guarda, respetarlos y, sobre todo tratar de imitarlos en todas nuestras acciones. La primera cosa que debemos imitar en ellos, es el pensamiento de la presencia de Dios… En efecto, si estuviéramos bien penetrados de la presencia de Dios, ¿cómo podríamos hacer el mal? ¡Nuestras virtudes y todas nuestras buenas obras, serían mucho más agradables a Dios!… Dios le dice a Abraham: “¿Quieres ser perfecto? Camina en mi presencia” (Gn 17,1).

¿Cómo puede ser que olvidemos tan fácilmente al buen Dios, si lo tenemos siempre delante de nosotros? ¿Por qué no tenemos respeto y reconocimiento hacia nuestros ángeles, que nos acompañan día y noche?… “Soy demasiado miserable, diréis, para merecer esto”. No sólo, hermanos míos, Dios no os pierde de vista un instante, sino que os da un ángel, que no deja de guiar vuestros pasos. ¡Oh, inmensa felicidad, tan poca conocida por los hombres!

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