Serán odiados por todos a causa de mi Nombre

Serán odiados por todos a causa de mi Nombre

Evangelio según San Lucas 21,12-19

Jesús dijo a sus discípulos: Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Comentario del Evangelio

Perseverar para salvar la vida

Ser cristiano coherente no es fácil, no lo ha sido nunca. El anuncio que Jesús hizo a sus discípulos se cumplió en ellos, pero sus palabas resuenan para todos, especialmente para los mártires de hoy. Y son millones de cristianos los que siguen escuchando esta profecía y la ven cumpliéndose en su realidad en muy diversas situaciones. Jesús se compromete con todos, los asiste y fortalece para que perseveren porque sólo así salvarán la vida. Nosotros debemos seguir mirándolos con admiración y su testimonio debe motivar el nuestro, allí donde estemos. Oportunidades no nos faltan a diario y la necesidad de conocer a Cristo de los que nos rodean es grande. Perseveremos como testigos y salvaremos nuestras vidas.

Lecturas del día

Libro de Daniel 5,1-6.13-14.16-17.23-28

El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil. Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del Templo de la Casa de Dios en Jerusalén y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. Mientras bebían vino, glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra.

De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía. Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas. Daniel fue introducido en la presencia del rey y este tomando la palabra le dijo: ¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá? Yo he oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior. Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino.

Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación. Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos. Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido trazada esta inscripción.
Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín. Y esta es la interpretación de las palabras:

Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto fin; Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso;  Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas.

Libro de Daniel 3,62.63.64.65.66.67

Sol y luna, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Astros del cielo, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Lluvias y rocíos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Todos los vientos, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Fuego y calor, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!
Frío y heladas, bendigan al Señor,
¡alábenlo y glorifíquenlo eternamente!

Tratados morales de san Gregorio Magno (c. 540-604)   Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

«El que es el hazmerreír de su vecino, como lo soy yo, llamará a Dios, y éste lo escuchará» (Jb 12,4 Vulg.)… Ocurre a veces que la voluntad se mantiene en el bien obrar, y, sin embargo, sufre el ataque de las burlas de los hombres; hace cosas admirables, y recibe, a cambio, desprecios; de este modo, pudiendo salir fuera de sí misma por las alabanzas, al ser rechazada por la afrenta, vuelve a su interior, y allí se afinca más sólidamente en Dios, al no encontrar descanso fuera. Entonces pone toda su esperanza en el Creador y, frente al ataque de las burlas, implora solamente la ayuda del testigo interior; así, el ama afligida, rechazada por el favor de los hombres, se acerca más a Dios; se refugia totalmente en la oración, y las dificultades que halla en lo exterior hacen que se dedique con más pureza a penetrar las cosas del espíritu. Con razón, pues, se afirma aquí: «El que es el hazmerreír de su vecino, como lo soy yo, llamará a Dios, y éste lo escuchará» porque los malvados, al reprobar a los buenos, demuestran con ello cuál es el testigo que buscan de sus actos. En cambio, el alma del hombre recto, al buscar en la oración el remedio a sus heridas, se hace tanto más acreedora a ser escuchada por Dios cuanto más rechazada se ve de la aprobación de los hombres…

«El hombre honrado y cabal es el hazmerreír» (Jb 12,4). Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso como verdadero, y lo verdadero como falso. Por el contrario, la sabiduría de los hombres honrados consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad.

 

 

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