Evangelio según san Juan 12,24-26
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Comentario del Evangelio
Hoy celebramos con san Lorenzo, a los diáconos y su servicio por nosotros. San Lorenzo nos enseña que solo disfrutamos de vida si la entregamos. El que reserva la vida para sí, la pierde, el que la entrega por amor, la gana. Se trata de vivir el amor, la entrega a Dios y a los demás. Seamos como los primeros cristianos “que lo compartían todo”. Practiquemos la Caridad como Amor a nuestros hermanos. Esta es la enseñanza que nos deja la historia de la semilla de san Lorenzo. Su corazón permaneció fiel a la Palabra y su recompensa fue la Gloria del Cielo porque para el, amar era servir y servir era entregar la vida por los demás. Hoy nos preguntamos:
¿Es tu vida expresión de la donación de ti mismo?
¿Eres una semilla de amor que produce amor?
¿Eres consciente de que para ser semilla de alegría, es necesario el momento de la siembra?
Lecturas del dia
Carta II de San Pablo a los Corintios 9,6-10
Sepan que el que siembra mezquinamente, tendrá una cosecha muy pobre; en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente. Que cada uno dé conforme a lo que ha resuelto en su corazón, no de mala gana o por la fuerza, porque Dios ama al que da con alegría.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras.
Como dice la Escritura: El justo ha prodigado sus bienes: dio a los pobres y su justicia permanece eternamente. El que da al agricultor la semilla y el pan que lo alimenta, también les dará a ustedes la semilla en abundancia, y hará crecer los frutos de su justicia.
Salmo 112(111),1-2.5-6.7-8.9
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus enemigos.
Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.
Sermón de san Agustín (354-430) Fiesta de San Lorenzo
San Lorenzo era diácono de Roma. Los perseguidores de la Iglesia le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia. Por obtener el auténtico tesoro en el cielo, Lorenzo se expuso a unos tormentos de crueldad inenarrable. Fue extendido sobre unas parrillas de fuego. Sin embargo, triunfó de todos los dolores físicos por la fuerza extraordinaria de su caridad y por los auxilios de Aquel que le sostuvo invencible. “Somos obra de sus manos, creados en Cristo Jesús, para realizar las buenas obras que Dios nos señaló de antemano como norma de conducta.” (Ef 2,10)
Esto provocó la cólera de los perseguidores… Lorenzo había dicho: “Mandad venir conmigo gente con carros para llevaros los tesoros de la Iglesia.” Le dieron unos carruajes y los cargó de los pobres y se presentó ante los jefes: “Estos son los tesoros de la Iglesia.”
Nada más verdadero que esto, hermanos míos. En las necesidades de los pobres se encuentran las grandes riquezas de los cristianos, si comprendemos bien cómo hacer fructificar lo que poseemos. Los pobres están siempre entre nosotros. Si les confiamos nuestras riquezas no las perderemos.