Saca primero la Viga de tu ojo

Saca primero la Viga de tu ojo

Evangelio según san Mateo 7,1-5

Jesús dijo a sus discípulos: No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Comentario del Evangelio

Jesús proclama cómo han de ser las actitudes de sus seguidores en contraposición a las de los paganos y dice: “No juzgar para no ser juzgados”. ¡Cuánto nos cuesta evitarlo! A veces nos sentimos bien yendo de “jueces” por la vida, sentenciando lo que tienen que hacer los otros. Hoy se nos enseña en el evangelio cómo el opinar de lo externo que vemos es muy fácil pero intentar ponernos en la piel del hermano, no lo es tanto. Nuestra murmuración, crítica destructiva y mirada superficial sobre él o ella, lo exteriorices o no, te alejarán y levantarán un muro entre ambos corazones. Hoy nos preguntamos:

¿Qué cambios me invita a hacer en nuestra vida el Evangelio de hoy?
¿Evito juzgar a los demás?
¿Miro lo que yo hago antes de opinar sobre otros?

Lecturas del día

Segundo Libro de los Reyes 17,5-8.13-15a.18

Salmanasar, rey de Asiria, invadió todo el país, subió contra Samaría y la sitió durante tres años. En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria. Los estableció en Jalaj y sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.

Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había hecho subir del país de Egipto, librándolos del poder del Faraón, rey de Egipto, y porque habían venerado a otros dioses. Ellos imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas, y las que habían introducido los reyes de Israel.

El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: “Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas”. Pero ellos no escucharon, y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias.

El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.

Salmo 60(59),3.4-5.12-13

¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho!
Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros!
Hiciste temblar la tierra, la agrietaste:
repara sus grietas, porque se desmorona.

Impusiste a tu pueblo una dura prueba,
nos hiciste beber un vino embriagador.
Tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército.

Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.

Enseñanza de Doroteo de Gaza (c. 500 -?) Entonces verás claro

Ciertas personas convierten en mal humor todo lo que ingieren, aunque el alimento sea sano. La falta no está en el alimento, sino en su temperamento, que hace alterar los alimentos. De la misma manera, si nuestra alma tiene una mala disposición, todo le hace mal; incluso las cosas útiles las transforma en nocivas para ella.

Si alguien pone unas pocas hierbas amargas en un pote de miel, ¿no alterarán el pote entero haciendo que la miel se vuelva toda ella amarga? Eso es lo que nosotros hacemos: difundimos algo de nuestra amargura y destruimos el bien del prójimo cuando le miramos según nuestra mala disposición.

Hay otras personas que tienen un temperamento que todo lo transforman en buenos humores, incluso los malos alimentos… Los cerdos tienen una fuerte constitución: comen ajos, el hueso de los dátiles y les desperdicios de las comidas. Y, sin embargo, transforman estos alimentos en carnes suculentas.

Nosotros igualmente, si tenemos buenas costumbres y nuestra alma está en buen estado, podemos sacar provecho de todo, incluso de aquello que no es aprovechable. El libro de los Proverbios lo dice muy bien: «Aquel que mira con dulzura, obtendrá misericordia» (12,13). Pero en otra parte dice: «Al hombre insensato todas las cosas le contradicen» (14,7).

He oído decir de un hermano que, si yendo a ver a otro encuentra su celda dejada y en desorden, se dice para sí mismo: «¡Cuán dichoso es este hermano de estar completamente desasido de las cosas terrestres y de llevar su espíritu siempre en lo alto, que no tiene ni tan sólo el placer de arreglar su celda!»

Si a continuación va a la celda de otro hermano y la encuentra arreglada, limpia y en orden, se dice: «¡La celda de este hermano está tan limpia como su alma. El estado de su celda corresponde al estado de su alma!» Jamás dice de ninguno: «Éste es desordenado» o bien: «Éste es frívolo». Gracias a su excelente estado saca siempre provecho de todo.

Que Dios, en su gran bondad, nos dé, a nosotros también, un buen estado interior para que podamos aprovecharnos de todo y jamás pensemos mal del prójimo.

Si nuestra malicia nos inspira malos juicios o sospechas, transformémoslas rápidamente en buenos pensamientos. Puesto que no ver el mal del prójimo, con la ayuda de Dios, engendra bondad.

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