Evangelio según San Juan 15,9-11
Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»
Comentario del Evangelio
Si le amamos, si le hacemos caso, Jesús nos regalará una alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar. “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud”. Ojalá aprendamos en nuestra iglesia del siglo XXI que sepamos vivir con intensidad lo esencial del seguimiento a Jesús, dejando de lado lo que no es válido para nuestra fe. Lo esencial del cristianismo es sentirse amado por Jesús, con la misma intensidad que el Padre le ha amado, y poder decirle “tú me sedujiste, Señor, y yo me deje seducir”. De igual modo es importante mi relación con los demás, a través del amor de Dios.
¿Cómo vivo esto en mi relación con las personas?
¿De qué manera trato de permanecer en el amor de Dios?
Lecturas del dia
Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,7-21
Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: “Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe. Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. El no hizo ninguna distinción entre ellos y nosotros, y los purificó por medio de la fe. ¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar? Por el contrario, creemos que tanto ellos como nosotros somos salvados por la gracia del Señor Jesús”.
Después, toda la asamblea hizo silencio para oír a Bernabé y a Pablo, que comenzaron a relatar los signos y prodigios que Dios había realizado entre los paganos por intermedio de ellos.
Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: “Hermanos, les ruego que me escuchen: Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre. Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen:
Después de esto, yo volveré y levantaré la choza derruida de David; restauraré sus ruinas y la reconstruiré,para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que llevan mi Nombre. Así dice el Señor, que da a conocer estas cosas desde la eternidad. Por eso considero que no se debe inquietar a los paganos que se convierten a Dios, sino que solamente se les debe escribir, pidiéndoles que se abstengan de lo que está contaminado por los ídolos, de las uniones ilegales, de la carne de animales muertos sin desangrar y de la sangre. Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados”.
Salmo 96(95),1-2a.2b-3.10
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.
Enseñanza de San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) Permanezcan en mi amor (Jn 15,9)
Crean que no existe en el mundo ni amigo, ni hermano, ni padre, ni madre, ni esposo, ni novio que los ame más que su Dios. La gracia divina es ese tesoro de gran valor, ese tesoro infinito del que habla el Sabio. Del momento que nos valemos de ella, nos hace partícipes de la amistad con Dios (Sb 7,14). Delante de Dios, somos sólo débiles creaturas, pobres servidores. Pero he aquí que devenimos los amigos, los amigos muy queridos de nuestro Creador.
En vista de hacernos confiar en él, se anonadó (Flp 2,7), abajándose hasta hacerse hombre, para conversar familiarmente con los hombres (Ba 3,38). No era suficiente: se hizo niño, se hizo pobre, por decreto de justicia se dejó poner a muerte delante de todo el pueblo, sobre una cruz. Más aún, va hasta situarse bajo las especies de pan para hacerse nuestro compañero de cada día y unirse, con unión íntima a cada uno de nosotros: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56). Se diría que tiene amor sólo por ustedes, tanto los ama.
Por eso, deben amarlo a él y a nadie más. De él ustedes pueden y deben decir: “Mi Amado es a mí y yo soy a Él” (Ct 2,16). Mi Dios se ha dado sin reservas y sin reservas me doy a él. Fui elegido por él como objeto de su ternura. Él entre miles, entre todos, blanco y bermejo (Ct 5,10), amable y amante, elegido de mi corazón, el único que quiero amar.