Evangelio según San Mateo 13,47-53
En aquel tiempo dijo Jesús: Puede compararse también el reino de los cielos a una red echada al mar, que recoge toda clase de peces. Cuando la red está llena, los pescadores la arrastran a la orilla y se sientan a escoger los peces: ponen los buenos en canastas y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles a separar a los malos de los buenos, y arrojarán a los malos al horno encendido, donde llorarán y les rechinarán los dientes. Jesús preguntó: ¿Entendéis todo esto? Sí, Señor -contestaron ellos. Entonces Jesús añadió: Cuando un maestro de la ley está instruido acerca del reino de los cielos, se parece a un padre de familia que de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas. Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas se fue de allí.
Comentario del Evangelio
La red que se arroja al mar no selecciona. Quien pesca con red asume que allí puede caer cualquier cosa. Luego se queda con lo que vale. Esa selección será en el fin del mundo. Mientras tanto, el reino de los cielos no excluye a nadie. Se tolera la cizaña con el trigo, no se niega a nadie la invitación y para todos hay lugar. Pero el solo hecho de entrar en la red no nos asegura un buen final. Se tendrá paciencia hasta el último instante, pero a la presencia de Dios no llega nada impuro, nada que opaque la belleza y el amor de la gloria celestial. Pertenecer a la Iglesia tampoco asegura nada. La mejor actitud es implorar cada día la misericordia del Señor y pedir el don de la perseverancia.
Lecturas del día
Libro de Jeremías 18,1-6
Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.» Yo bajé al taller del alfarero, mientras el trabajaba en el torno. Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor. Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: «¿No puedo yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? -oráculo del Señor-. Si, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel.»
Salmo 146(145),2-4.5-6
Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, cantaré al Señor.
No confíen en los poderosos,
en simples mortales, que no pueden salvar:
cuando expiran, vuelven al polvo,
y entonces se esfuman sus proyectos.
Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
él hizo el cielo y la tierra,
el mar y todo lo que hay en ellos.
Él mantiene su fidelidad para siempre,
Comentario del Evangelio por Benedicto XVI, papa 2005-2013 En la rivera
Con la muerte, la opción de vida hecha por el hombre se hace definitiva –su vida está delante del Juez. La opción que a lo largo de la vida ha ido tomando una forma concreta, puede tener diversas características. Puede haber personas que han destruido totalmente en ellas el deseo de la verdad y la disponibilidad para el amor, personas en las cuales todo se ha hecho mentira, personas que han vivido para el odio y que en ellas mismas han pisoteado el amor. Es una terrible perspectiva pero ciertos personajes de nuestra historia dejan entrever, de manera espantosa, la existencia de perfiles de esta clase. En semejantes individuos ya no habría posible remedio para nada y la destrucción del bien sería irrevocable: esto es lo que se quiere indicar con la palabra «infierno».Por otra parte, puede haber personas muy puras, que se han dejado penetrar enteramente por Dios y que, por consiguiente, están totalmente abiertas al prójimo; personas que ya desde ahora han dejado que su ser esté totalmente orientado a Dios y el mero hecho de ir hacia él es tan sólo el cumplimiento de lo que ya son.
Sin embargo, y según nuestras experiencias, ni un caso ni otro son los normales en la existencia humana. En la mayoría de los hombres –como lo podemos suponer- una última apertura interior a la verdad, al amor, a Dios, permanece presente en lo más profundo de su ser. Pero en las opciones concretas de la vida, su opción ha quedado desde siempre recubierta con nuevos pactos con el mal… ¿Qué ocurre con estos individuos cuando se presentan ante el Juez? ¿Acaso todas las cosas sucias que han ido acumulando a lo largo de su vida, de repente se volverán insignificantes?… En la primera carta a los Corintios, san Pablo nos da una idea del diferente impacto que será el juicio de Dios sobre el hombre según su estado… «Encima del cimiento ya puesto se puede edificar con oro, plata, piedras preciosas o con madera, heno o paja: lo que ha hecho cada uno saldrá a la luz; el día del juicio lo manifestará; porque ese día despuntará con fuego, y el fuego pondrá a prueba la calidad de cada construcción. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Más aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (3,12-15).