Padre Santo, guárdalos en tu nombre, para que sean uno como nosotros

Padre Santo, guárdalos en tu nombre, para que sean uno como nosotros

Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 11b-19

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».

Comentario

En esta lectura se insiste en la importancia de la Comunidad. Con qué espíritu tan auténtico las primeras Comunidades cristianas se apoyaban, se animaban y ayudaban las unas a las otras, sobre todo, en circunstancias adversas, en la dificultad y ante el ataque del demonio. Está claro, que para ser fuertes y así vencer al enemigo, tenemos que estar unidos y querernos. Esta responsabilidad no sólo es de los presbíteros, si no de cada uno de los cristianos: cuidar, velar, enseñar al hermano que camina a mi lado, porque hay más dicha en dar que en recibir. Cuando se tiene bien arraigado el espíritu comunitario, no nos centramos en nuestros caprichos y egoísmos, es decir, en nosotros mismos, sino que brota el impulso generoso de donarnos totalmente, de buscar constantemente el bien de los demás, por encima del propio interés.

Este fragmento también nos describe la despedida de San Pablo a los Efesios. Es como una confesión de corazón; les da consejos y les encomienda a Dios. Entre los consejos que les da hay uno muy importante: y es que nadie puede predicar para atraer discípulos para sí. Nuestra misión, como fue la de la Virgen: es llevar los corazones a Jesús; que no nos sigan a nosotros, sino al Señor. Esta lectura nos sugiere una pregunta: “¿cómo me gustaría despedirme de los míos cuando vea ya cercana la muerte?”

Tu Palabra es Verdad…

En este pasaje del Evangelio de San Juan nos recalca Jesús, lo esencial que es la unidad y pone de ejemplo la comunión de Amor que existe entre el Padre, el Espíritu Santo y Él (koinonía Trinitaria). Nos insiste que debemos cuidar de la Comunidad a la que pertenezcamos, bien: parroquial, religiosa o familiar. Nuestra misión, como bautizados, es llevar la luz de Cristo, su mensaje de amor a todas las personas, sin distinción.

Los que viven de una manera mundanizada, descartan a los que han escuchado la Palabra de Dios en sus vidas, porque no siguen sus opciones, criterios u orientaciones que son totalmente opuestas a la voluntad de Dios. Jesús nos deja bien claro, que tenemos que vivir en medio del mundo, sin pretender escaparnos, siendo esto una excusa para nuestro compromiso, sin apoyarnos en nuestras fuerzas, sino confiando en Él, en su poder, en su Palabra. Él nos guía y nos acompaña en nuestra búsqueda constante. También nos da libertad para que decidamos por nosotros mismos. Nuestra santidad es Él, la Verdad es Él, por lo tanto, el Camino y la Vida es Él, solo nos queda elegir la opción que sea más acorde a lo que Él amorosamente ha pensado para cada uno de nosotros, porque Cristo tiene que ser nuestro estilo de vida de día y de noche.

Lecturas del día

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38

En aquellos días, dijo Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: «Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.

De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más dicha en dar que en recibir”». Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos. Entonces todos comenzaron a llorar y, echándose al cuello de Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba de lo que había dicho era que, no volverían a ver su rostro. Y lo acompañaron hasta la nave.

Salmo de hoy

Salmo 67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d

Reyes de la tierra, cantad a Dios

Oh, Dios, despliega tu poder,
tu poder, oh, Dios, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo. R/.

Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa.
«Reconoced el poder de Dios». R/.

Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito! R/.

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