Nuestra vida debe caracterizarse por la actitud de servicio

Nuestra vida debe caracterizarse por la actitud de servicio

Evangelio según san Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Comentario del Evangelio 

El evangelio de hoy nos presenta una parábola que se encuentra sólo en el evangelio de Lucas, sin paralelo en los otros evangelios. La parábola quiere enseñar que nuestra vida debe caracterizarse por la actitud de servicio. Empieza con tres preguntas y, al final, Jesús mismo da la respuesta. Por eso, como tantas veces, Jesús toma un ejemplo de la vida cotidiana de su tiempo para entregar su mensaje. De ninguna manera la parábola debe interpretarse como queriendo dar la imagen de un Dios tirano y sin compasión, dado que cada parábola sólo expone una verdad determinada. Sabemos, por el contrario, que Jesús mismo nos revela la imagen de un Dios que se hace «servidor». Esa es nuestra actitud para que se haga realidad el Reino de Dios: hagamos lo que debemos hacer. El Evangelio nos invita a reconocer nuestra realidad de servidores y a vivir en humildad, obrando de acuerdo a esta verdad. Como cristianos hoy nos preguntamos:

¿Estoy cumpliendo con lo que debe hacer?

¿Lo hago esperando recompensa de parte de Dios?

¿Es lo que Jesús quiere que yo haga?

Lecturas del dia

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 1-8. 11-14

Querido hermano: Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, respetables, sensatos, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. Las ancianas, igualmente, sean, en su comportamiento, como conviene a personas religiosas; no sean calumniadoras, ni se envicien con el vino; sean maestras del bien, que inspiren buenos principios a las jóvenes, enseñándoles a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser sensatas, puras, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea maldecida.

A los jóvenes exhórtalos también a que sean sensatos. Muéstrate en todo como un modelo de buena conducta; en la enseñanza sé íntegro y grave, irreprochable en la sana doctrina, a fin de que los adversarios sientan vergüenza al no poder decir nada malo de nosotros. Pues se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatamos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

Sal 36, 3-4. 18 y 23. 27 y 29

El Señor es quien salva a los justos

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre.
El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa.
Los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.

Reflexión del día de hoy   Habla de lo que es conforme a la sana doctrina

La carta a Tito forma parte de las llamadas cartas pastorales, junto a las dos destinadas a Timoteo. Nuestro personaje aparece en las cartas paulinas y en los Hechos de los Apóstoles, como colaborador de Pablo, y en este escrito se muestra como el responsable de las Iglesias de Creta. La carta a Tito contiene una serie de instrucciones para la Iglesia, las diversas categorías de fieles, y otras contra los falsos doctores.

En nuestro texto se exponen una serie de instrucciones dirigidas a distintas categorías de fieles según su edad: ancianos, ancianas y jóvenes. Para contrarrestar las doctrinas de los falsos doctores, San Pablo da instrucciones a su discípulo, a fin de que su enseñanza y predicación a la comunidad creyente se haga según “la sana doctrina”.

A los ancianos que ya han alcanzado la edad madura se les dice que deben mostrarse firmes, con un comportamiento propio de su situación vital, siendo prudentes y teniendo dominio de sí mismo. Las mujeres ancianas, también han manifestar en su actitud interna y externa su dignidad como cristianas maduras: dominando sus lenguas y evitando toda calumnia. Ellas, mediante su modo de vivir deben ser maestras en toda obra buena para las jóvenes.

La exhortación a los jóvenes es más concisa y breve. Pablo exige de ellos prudencia y dominio de sí. Por tanto, todos los miembros de la comunidad tienen el deber de influir mediante su modo de vivir en la comunidad cristiana y de esta manera dar testimonio a todos los que se hallan fuera del cristianismo: los judíos y los paganos.

Pablo a continuación se dirige al mismo Tito para aclarar el buen ejemplo y testimonio que ha de dar a todos, dejando brillar su luz ante los hombres y teniendo cuidado en no ser escándalo para nadie.

Finalmente, el Apóstol proclama el himno de la gracia y benevolencia divinas. Dios ofrece la salvación en Jesucristo a todo ser humano sin distinción de personas, de situación social o de raza. Este amor de Dios que desborda cualquier expectativa humana invita a cada persona a abrirse a esta llamada amorosa. Desde esa invitación y con la fuerza de la gracia, los cristianos deben hacer visible su vocación mediante las buenas obras. ¿Somos conscientes de que la gracia de Dios es la fuente para una vida nueva?

¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Hoy Lucas nos presenta en su Evangelio una parábola que parece pertenecer a la fuente propia del autor, puesto que no aparece en Marcos ni en Lucas. El texto nos habla de la humildad, de no creernos que, por el hecho de seguir a Jesús, de estar realizando la misión que se nos encomienda, somos mejores que los demás o merecemos algún tipo de recompensa.

La parábola está compuesta por tres preguntas retóricas, la última de las cuales ofrece la conclusión. A los oyentes de este texto se les pide pasar de una situación concreta del mundo social (un amo y su esclavo), al mundo religiosos (los discípulos y Dios).

La primera pregunta nos sitúa en la escena, en casa de un pequeño agricultor que tiene un criado o siervo, que ha estado trabajando todo el día. Al finalizar su jornada y de vuelta a casa, Jesús aprovecha para preguntar a sus oyentes: ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa”? La respuesta es clara, nadie hubiera actuado de esa forma sin haber causado la hilaridad y la mofa de sus vecinos. El Señor se responde a sí mismo: es el amo quien decide que su siervo le prepare la cena, se ciña el delantal y se disponga a servirle. Solo cuando él haya satisfecho sus necesidades podrá el criado ocuparse de las suyas.

La sección termina con una nueva pregunta. ¿agradecerá el amo a su criado su trabajo? cuya respuesta es negativa, puesto que el agradecimiento no estaba contemplado en las costumbres del mundo antiguo, y el siervo solo se había limitado a cumplir órdenes y hacer su trabajo.

La conclusión de la parábola nos sitúa frente a nuestra propia realidad. Todo lo que somos y tenemos es por pura gratuidad. Dios protagonista de nuestra historia y de nuestra vida nos ha hecho el gran regalo de la fe, de conocerle, de vivir en Él, estamos al servicio de los otros. Hacer lo que teníamos que hacer sin esperar nada nos lleva a no creernos con derechos adquiridos, solo a confiar en la gracia.

Difícil enseñanza la que nos trae hoy Jesús, abajarnos no es propio de nuestra sociedad, ni de nuestro mundo, pero es una interpelación constante para poner nuestra vida en manos de Dios. ¿Nos sentimos personas agraciadas y agradecidas?

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