En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?». Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». Ellos insistieron:
«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?». Él les contestó: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— y se casa con otra, comete adulterio». Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». Pero él les dijo: «No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».
Comentario
Dios se acerca en clave de alianza y nos configura tan profundamente con él que no podemos serle indiferentes. “Pasé a tu lado y te vi”… y te dije mientras yacías en tu sangre (mediocridad) sigue viviendo y crece como brote campestre”. Es la invitacióna ser,a dejar que salga la verdadera y bella imagen que somos cada ser humano, por la sencilla razón de haber sido creados por el Dios de la vida, no somos su cliché sino su imagen y semejanza. “Pasé de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor, extendí sobre ti mi manto (en el AT el signo por excelencia de pertenencia perpetua) para cubrir tu desnudez y te comprometí con juramento”.
Si hay algo que verdaderamente ennoblezca al ser humano y le dignifique es mostrar la verdad, la bondad y la belleza que esconde su corazón, muchas veces oscurecida por las ásperas falsas verdades que nos ofrece el día a día, creo que nuestro gran desafío como personas y sobre todo como cristianos/as es buscar y besar la tierra de nuestro corazón y la tierra del corazón de quienes compartimos historia porque en ella está trabajando Dios: “pero yo me acordé de la alianza que hice contigo cuando eras moza, y haré contigo una alianza eterna”.
Lecturas del dia
Lectura de la profecía de Ezequiel 16, 1-15. 60. 63
Me fue dirigida esta palabra del Señor: «Hijo de hombre, hazle conocer sus acciones detestables a Jerusalén. Di: “Esto dice el Señor Dios, a Jerusalén. Por tu origen y tu nacimiento eres cananea: tu padre era amorreo y tu madre hitita. Así fue tu nacimiento: El día en que naciste, no te cortaron el cordón, no te lavaron con agua para purificarte, ni te friccionaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti ni hizo por compasión nada de todo esto, sino que por aversión te arrojaron a campo abierto el día que naciste.
Yo pasaba junto a ti y te vi revolviéndote en tu sangre, y te dije: Sigue viviendo, tú que yaces en tu sangre, sigue viviendo. Te hice crecer como un brote del campo. Tú creciste, te hiciste grande, llegaste a la edad del matrimonio. Tus senos se afirmaron y te brotó el vello, pero continuabas completamente desnuda. Pasé otra vez a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí mi manto sobre ti para cubrir tu desnudez. Con juramento hice alianza contigo —oráculo del Señor Dios— y fuiste mía. Te lavé con agua, te limpié la sangre que te cubría y te ungí con aceite. Te puse vestiduras bordadas, te calcé zapatos de cuero fino, te ceñí de lino, te revestí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar en tu cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en tus orejas y una magnífica diadema en tu cabeza.
Lucías joyas de oro y plata, vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas cada vez más bella y llegaste a ser como una reina. Se difundió entre las naciones paganas la fama de tu belleza, perfecta con los atavíos que yo había puesto sobre ti —oráculo del Señor Dios—. Pero tú, confiada en tu belleza, te prostituiste; valiéndote de tu fama, prodigaste tus favores y te entregaste a todo el que pasaba. Con todo, yo me acordaré de mi alianza contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te avergüences y no te atrevas nunca más a abrir la boca por tu oprobio, cuando yo te perdone todo lo que hiciste —oráculo del Señor Dios—».
Sal Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6
«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel
Discurso de Benedicto XVI Creados por amor y para el amor
“Dios, que es amor y que ha creado al hombre por amor, le ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, les ha llamado, en el matrimonio, a una íntima comunión de vida y de amor entre ellos; es a causa de ello que ya no son dos, sino uno solo’” (Catecismo de la Iglesia católica. Compendio, nº 337). Esta es la verdad que la Iglesia proclama incansablemente al mundo. Mi amado predecesor Juan Pablo II afirmaba que “el hombre llega a ser ‘imagen y semejanza’ de Dios (Gn 1,27) no tan sólo a través de su humanidad, sino también a través de la comunión de personas constituidas por el hombre y la mujer desde el principio. El hombre llega a ser una imagen de Dios más perfecta en el momento de la comunión que en el momento de la soledad”. (Audiencia general del 14.11.79). (…)
La familia es una institución intermediaria entre el individuo y la sociedad, y nada puede reemplazarla totalmente. Ella misma se apoya, por encima de todo, en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa que se sostiene gracias al afecto y comprensión mutuos. Para llegar a ello recibe de Dios la abundante ayuda a través del sacramento del matrimonio, que comporta una verdadera vocación a la santidad. Que sus hijos puedan contemplar, sobre todo, los momentos de armonía y afecto de sus padres, más que los momentos de discordia o lejanía, puesto que el amor entre el padre y la madre proporciona a los hijos una gran seguridad y les muestra la belleza del amor fiel y duradero.
La familia es muy necesaria a los pueblos, es un fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro para los esposos a lo largo de toda su vida. Es un bien irremplazable para los hijos, que deben ser fruto del amor, del don total y generoso de sus padres. Proclamar la verdad integral de la familia fundada sobre el matrimonio, como Iglesia doméstica y santuario de la vida, es, para todos, una gran responsabilidad.