No es éste el hijo del carpintero?

No es éste el hijo del carpintero?

Evangelio del san Mateo 13,54-58

En aquel tiempo Jesús fue a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía: ¿De dónde ha sacado éste todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?

Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo: En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa. Y no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él.

Comentario del Evangelio

Experimentar al buen Dios. Principia mayo, con la fiesta de san José, obrero. Todo un recordatorio de que la vida cotidiana, la familia y el trabajo son los espacios donde experimentamos al buen Dios y donde se desarrolla de manera privilegiada nuestra tarea como discípulos y misioneros. A veces es el ámbito donde más nos cuenta ser coherentes y donde menos se nos reconoce como creyentes. Los milagros reclaman el concurso de la fe. La prueba del algodón de la calidad de nuestra vida cristiana es cómo funcionamos en nuestra propia familia y con nuestros compañeros de trabajo.

Lecturas del día

Lectura del libro del Génesis 1, 26—2, 3

Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo. Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. Y los bendijo, diciéndoles: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra. Y continuó diciendo: Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento.

Y a todas las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde. Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: éste fue el sexto día. Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos. El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que había creado.

Salmo 89, 2-4. 12-14. 16

Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo,
desde siempre y para siempre, Tú eres Dios.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: “Vuelvan, seres humanos”.
Porque mil años son ante tus ojos como el día de ayer,
que ya pasó, como una vigilia de la noche.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…?
Ten compasión de tus servidores.

Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que tu obra se manifieste a tus servidores,
y que tu esplendor esté sobre tus hijos.

 

 

 

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