Evangelio según san Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Reflexion del Evangelio
Sin la experiencia de un “encuentro” personal con el Señor no se da la fe. Sólo este “encuentro”, el cual ha comportado un “ver con los propios ojos”, hace capaces a los pastores de llegar a ser testigos de la Buena Nueva. Ante esta obra amorosa de salvación, sólo podemos tener la actitud de María y de los pastores: contemplar y alabar. Que estas sean actitudes muy presente en este año. Hoy nos preguntamos:
¿A qué me está llamando el Señor al iniciar este año?
¿Hice el camino de Jesús el año que pasó?
¿ He meditado el camino que haré este año?
Lecturas del día
Lectura del libro de los Números 6, 22-27
El Señor habló a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
Que Dios tenga piedad y nos bendiga
Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Hermanos: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
San Pío X (1835-1914) papa Encíclica “Ad Diem Illud Laetissimum”, sobre la devoción a la Sma. Virgen Recibir a Jesús de manos de María
}Sin embargo, puesto que pareció a la divina providencia oportuno que recibiéramos al Dios-Hombre a través de María, que lo engendró en su vientre fecundada por el Espíritu Santo, a nosotros no nos resta sino recibir a Cristo de manos de María.
De ahí que claramente en las Sagradas Escrituras; cuantas veces se nos anuncia la gracia futura, se une al Salvador del mundo su Santísima Madre. Surgirá el cordero dominador de la tierra, pero de la piedra del desierto; surgirá una flor, pero de la raíz de Jesé. Adán atisbaba a María aplastando la cabeza de la serpiente y contuvo las lágrimas que le provocaba la maldición. En ella pensó Noé, recluido en el arca acogedora; Abraham cuando se le impidió la muerte de su hijo; Jacob cuando veía la escala y los ángeles que subían y bajaban por ella; Moisés admirado por la zarza que ardía y no se consumía; David cuando danzaba y cantaba mientras conducía el arca de Dios; Elías mientras miraba a la nubecilla que subía del mar. Por último -¿y para qué más?- encontramos en María, después de Cristo, el cumplimiento de la ley y la realización de los símbolos y de las profecías. (…)
De aquí que, como ya hemos apuntado, nadie sea más eficaz para unir a los hombres con Cristo que esta Virgen. Pues si, según la palabra de Cristo, “esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, solo Dios verdadero y al que tú enviaste, Jesucristo” (Jn 17,3), una vez recibida por medio de María la noticia salvadora de Cristo, por María también logramos más fácilmente aquella vida cuya fuente e inicio es Cristo.